10 puertas del tiempo para viajar al pasado: ruinas de arcos, portadas y espadañas de iglesias que recuerdan lo que un día fue

El Ministerio del Tiempo es una serie que no solo ha revolucionado la televisión de los últimos años, sino también la forma de ver la historia y el patrimonio. La patrulla del tiempo ha conseguido que el espectador se emocione con los pasajes más destacados del pasado de España, volviendo a reencontrarse con personajes como Isabel La Católica o Fernando VII, pero también con aquellos cuya huella es desconocida pero fundamental, como Emilio Herrera, ingeniero español que diseñó la primera escafandra, un elemento que fue clave para la llegada del hombre a la Luna. Las puertas del tiempo son protagonistas de esta ficción televisiva y la llave con la que el equipo consigue que recorramos todos estos pasajes de la historia.

Aunque esas puertas del tiempo no dejan de ser una licencia poética con la que los guionistas consiguen que los telespectadores viajemos al pasado, cuando se recorre España es posible encontrar otras muchas que también consiguen trasladarnos a tiempos pretéritos, imaginando lo que un día fue. Hablamos de los arcos, portadas o espadañas de muchas iglesias, la gran mayoría románicas, y otras de estilos posteriores, los únicos vestigios vivos de estos tesoros del patrimonio cultural español que quedan en pie y que están dispersos por campos, ciudades o jardines. ¿Te vienes a cruzarlos y recordar lo que un día fue?

Arco de San Miguel de Mazarreros (Sasamón, Burgos)

Arco de San Miguel de Mazarreros. Fuente: Toni Conde

El arco de San Miguel de Mazarreros es el único vestigio que pervive de la antigua iglesia a la que servía de puerta de acceso. Se encuentra enclavado al norte de la localidad de Sasamón (Burgos) y es un maravilloso ejemplo de estilo románico tardío, mostrándose ya la incipiente seña ojival del gótico. Forma parte de la Lista Roja del Patrimonio, dado el deterioro que presenta, conservando tímidamente parte de la iconografía de la portada.

Portada de Cerezo de Río Tirón (Burgos)

La iglesia de Nuestra Señora de la Llana de Cerezo de Río Tirón es un triste ejemplo de las consecuencias que lleva aparejado el olvido de nuestro patrimonio cultural. Tras su cierre en el siglo XVIII y la despoblación del lugar, fue completamente abandonada. Esto motivó que, ante la falta de interés, anticuarios estadounidenses se interesasen por ella. Por fortuna, la portada se salvó del traslado al otro lado del Atlántico, lo cual no ocurrió con un relieve de la Epifanía, expuesto en el Museo de los Claustros, en Nueva York.

Portada de Cerezo de Río Tirón en su anterior ubicación. Fuente: Hispania Nostra

El arco de entrada se situó en un parque público de Burgos, junto al río Arlanzón. La humedad de la ciudad y el uso que se hizo del monumento, utilizado por niños como portería, provocaron un deterioro en esta joya del arte románico. Ante ello, entró a formar parte de la Lista Roja del Patrimonio, aunque su traslado al Monasterio de San Juan, situado también en Burgos, ha permitido que mejore su conservación y engrose la Lista Verde. La portada de Cerezo de Río Tirón es otra puerta del tiempo que fascina a quien la contempla.

Arco de San Isidoro (Oviedo)

La iglesia de San Isidoro de Oviedo fue la tercera que se construyó en la ciudad. Los primeros documentos sobre ella datan del siglo XIII, siendo un templo de estilo románico que estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII, cuando su estado de ruina conllevaba que no fuera apta para el culto. La feligresía fue trasladada a su actual ubicación de estilo barroco, mientras que la primitiva románica fue reconvertida en tahona.

Arco de San Isidoro de Oviedo. Fuente: Ray Porres

En 1922, el templo originario de San Isidoro fue derruido para la construcción de casas, salvo el arco de entrada a la iglesia, que fue trasladado a principios de 1926 al Campo San Francisco, el pulmón verde de Oviedo. Esta puerta románica es el vestigio de lo que un día fue, y el ejemplo vivo de lo que ante todo debe evitarse: la destrucción de las huellas de nuestro pasado, de nuestro patrimonio cultural.

San Pelayo y San Isidoro (Madrid)

En los extramuros de Ávila, la ciudad amurallada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, se levantaba la Ermita de San Pelayo, una de las veinticinco iglesias de estilo románico que se construyeron en esta urbe castellana. Fue levantada en el siglo XIII, y cambió su advocación por la de San Isidoro, teniendo escasas noticias de ella hasta el período de desamortizaciones del siglo XIX. Se vio afectada por este proceso socioeconómico, siendo demolida y sus partes vendidas a particulares.

Portada de la ermita de San Pelayo y San Isidoro. Fuente: Wikimedia

Emilio Rotondo Nicolau, aficionado a las antigüedades, los adquirió y cedió a la Real Academia de la Historia, que, a su vez, los ofreció al Museo Arqueológico Nacional. Tras un intento de reconstruir la ermita, fueron cedidos en 1896 al Ayuntamiento de Madrid, que los instaló en el Parque de El Retiro, donde todavía permanecen. Su portada es una de las partes mejor conservadas, siendo también una puerta del tiempo en el centro de la capital de España que nos traslada al pasado cuando la contemplamos.

Espadaña de Villavieja del Lozoya (Madrid)

Espadaña del Tercio de la Trinidad. Fuente: Jesús Pérez Pacheco

Escondida en el Valle del Lozoya, uno de los rincones históricos de la Comunidad de Madrid que un día vio proclamar heredera de Castilla a Juana La Beltraneja, despuntan los restos de la Ermita del Tercerio de la Trinidad. Localizada en la localidad de Villavieja de Lozoya, es una de las puertas del tiempo de la sierra norte madrileña, un vestigio en forma de espadaña y arco de entrada de piedra local que nos traslada a esos viejos tiempos mientras respiramos la tranquilidad que nos ofrece el entorno en el que se ubica.

Pórtico de Jánovas (Fiscal, Huesca)

Jánovas es uno de los pueblos cuya historia se paralizó en la década de 1960 para ubicar sobre ellos embalses y pantanos. Sin embargo, en su caso el proyecto jamás llegó a materializarse, por lo que su vida se paralizó, sus habitantes se marcharon a otros puntos de la región y su patrimonio pasó a ser pasto del olvido.

Pórtico de Jánovas, en Fiscal. Fuente: Turismo Fiscal

Ante el temor de quedar inundado, en 1963 la iglesia fue desacralizada y el pórtico románico fue trasladado a la cercana localidad de Fiscal, siendo colocado en su plaza principal, donde todavía hoy permanece. Allí, los turistas que visitan este punto del pirineo aragonés se encuentran con esta verdadera puerta del tiempo, el recuerdo vivo de aquel pueblo que estuvo a punto de ser inundado y que ahora pervive al olvido.

Arco de San Blas (Deza, Soria)

Deza es una de las localidades históricas de la provincia de Soria, destacando, entre sus bienes patrimoniales, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, declarada Bien de Interés Cultural. En el pasado, el municipio llegó a contar hasta con cinco ermitas, de las que solamente han llegado a nuestros días tres de ellas.

Arco de la ermita de San Blas de Deza. Fuente: Twitter @SoriaPatrimonio

Entre las ermitas desaparecidas de Deza, se encuentra la de San Blas, de la que tan solo queda en pie uno de los arcos de su arquitectura. Desde él, es posible contemplar y adentrarse en el pasado de una villa que refleja la evolución de Castilla a lo largo de los siglos, otra puerta del tiempo que sería digna de aparecer en El Ministerio del Tiempo.

Arco de San Blas (Santiago de la Puebla, Salamanca)

Arco de San Blas de Santiago de la Puebla. Fuente: santiagodelapuebla.es

Otra puerta del tiempo que todavía recuerda lo que un día fue y nos invita a viajar con nuestra imaginación por el pasado y la historia es el arco de la desaparecida Ermita de San Blas, en Santiago de la Puebla (Salamanca). Se trataba de una de las cinco ermitas con las que contaba esta localidad, conservando de ella únicamente este solitario testigo mudéjar de un edificio que se estima era del siglo XIV. Dos vecinos de la localidad consolidaron su estructura para evitar su desaparición, por lo que todavía hoy pervive al paso del tiempo y el olvido.

Espadaña de la ermita de San Lázaro (Benavente, Zamora)

Espadaña de la Ermita de San Lázaro, en Benavente. Fuente: Ruta de la plata

La Ermita de San Lázaro, también conocida como Ermita del Calvario, fue uno de los templos de culto de Benavente, en Zamora. Hay documentación sobre ella en el siglo XV, destacando la celebración de la romería de La Magdalena en sus inmediaciones. Hoy en día, solamente la espadaña y puerta de acceso a la iglesia se conservan, aunque en un entorno muy poco adecuado que desvirtúa la grandeza del monumento, ya que se ubica junto al Centro de Transportes de la localidad.

Arco de San Polo (Aldea del Fresno, Madrid)

La Ermita de San Polo es un ejemplo único de estilo mudéjar e influencia gótica en la Comunidad de Madrid. Construida entre los siglos XII-XIII, fue abandonada en el siglo XIX, cuando pasó a manos privadas, y solamente queda en pie parte de sus muros, así como la portada de acceso, formada por un magnífico arco ojival realizado en ladrillo. Esta puerta del tiempo sobrevive al olvido, esperando medidas de conservación que permitan que abandone la Lista Roja del Patrimonio.

Portada de las ruinas de la Ermita de San Polo, en Aldea del Fresno. Fuente: Santiago López-Pastor

Estos diez tesoros del patrimonio cultural e histórico español que hemos descubierto sirven como puertas del tiempo a otros períodos de la historia, imaginando mientras se contemplan sus ruinas y vestigios lo que un día fue. Sin duda, estas travesías por el pasado, apoyadas en los bienes patrimoniales que lo recuerdan, te harán sentir un verdadero #turistaenmipaís.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

HERRERO MONTERO, A. M. (2016). El arco de San Isidoro de Oviedo. La destrucción del patrimonio monumental ovetense en el primer tercio del siglo XX. Parte I. Revista Anual de Historia del Arte (22), pp. 9-22. Recuperado de: https://www.oviedo.es/documents/25041/78948/El+arco+de+San+Isidoro+I+Herrero+Montero.pdf/750921bb-fa0b-4658-8510-e4cae28f757e

HISPANIA NOSTRA (2020). Lista Roja del Patrimonio. Recuperado de: https://listarojapatrimonio.org/

MARTÍN SÁNCHEZ, G. (2013).La reconstrucción virtual de monumentos. El ejemplo de la iglesia románica de San Pelayo en Ávila. Institución Gran Duque de Alba (II), pp. 97-106. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7235386

Una ruta por reales monasterios: fundaciones monásticas para recordar los reyes medievales de la historia de España

La Corona y la Iglesia, hasta prácticamente el siglo XIX, han caminado dadas de la mano. Además de construir castillos o palacios, los reyes y reinas que han regido el destino de los reinos españoles también han querido dejar huella de su legado emprendiendo la fundación de monasterios y conventos. Hoy en día, muchos de ellos continúan estando relacionados con en el patrimonio real, dentro de la red de Patrimonio Nacional, que los gestiona, mientras que en otros solamente queda el recuerdo. La visita a estos cenobios permite repasar la cronología de los reyes de la historia de España, destacando las fundaciones monásticas reales que recogemos a continuación, centradas en los monarcas que protagonizan los capítulos medievales. ¿Vienes a descubrirlas en esta ruta turística?

García Ramírez de Pamplona y Tulebras

El testamento de Alfonso I de Aragón y Pamplona, conocido como El Batallador, establecía que legaba sus reinos a las órdenes militares del Temple, Santo Sepulcro y San Juan de Jerusalén. Sin embargo, los nobles no lo aceptaron, por lo que ofrecieron a los caballeros una serie de prebendas, como fortalezas, para que renunciasen a esta herencia. Además, separaron el destino de Aragón y Navarra, situando en el trono aragonés a Ramiro II, hermano de Alfonso I, y en el navarro a García Ramírez, de ascendencia real. Era, nada más y nada menos, que el nieto de El Cid.

García Ramírez pasó a la historia como el Restaurador, ya que su llegada al trono en 1134 permitió la restauración de la independencia del reino navarro, todavía en torno al eje pamplonés. En 1147, tres años antes de morir, fundó el Real Monasterio de Santa María de la Caridad, más conocido como Monasterio de Tulebras, el lugar en que se encuentra ubicado. Fue el primer cenobio femenino de la Orden de Císter en España. De él dependieron otros conventos hasta 1199, cuando perdió esta privilegiada posición en favor de la fundación de La Huelgas Reales de Burgos.

Ramón Berenguer IV y Poblet

Ramón Berenguer IV fue Conde de Barcelona, pero también la llave con la que el condado se unió dinásticamente al reino de Aragón. Cuando contaba más de veinte años, fue prometido con Petronila de Aragón, hija y heredera de Ramiro II y que en aquel momento solamente era un bebé de tan solo un año. Nunca fue intitulado como rey, prefiriendo el de Príncipe de Aragón.

Ramón Berenguer IV falleció en 1162. Aunque fue sepultado en el Monasterio de Ripoll, sus restos se trasladaron al de Poblet, una fundación monástica emprendida por él mismo en 1150. De hecho, el Real Monasterio de Santa María de Poblet, declarado Patrimonio de la Humanidad, se convirtió en el siglo XIV en el panteón real de la Corona de Aragón, lo cual se mantuvo hasta el siglo XV, con Juan II como último rey aquí enterrado, ya que su sucesor, Fernando El Católico, se encuentra inhumado en la Capilla Real de Granada.

Alfonso VIII de Castilla y Las Huelgas

Alfonso VIII de Castilla ha pasado a la historia como el de las Navas, por ser el precursor de la unión de todas las fuerzas cristianas de los reinos españoles, además de ayuda de órdenes militares y de caballeros de otros puntos de Europa, para derrotar a los árabes en la Batalla de las Navas de Tolosa, que se libró en el mes de julio de 1212 y marcó un punto de inflexión en la denominada Reconquista.

Aunque aquella empresa bélica es el hecho por el que es recordado, no hay que olvidar que Alfonso VIII de Castilla y su esposa, la reina Leonor, fueron los monarcas fundadores del Real Monasterio de Santa María de las Huelgas, en Burgos. El cenobio fue fundado el 1 de junio de 1187 y se convirtió en un verdadero centro de poder religioso, ya que acabó siendo la cabeza de la Orden femenina del Císter en los reinos españoles. Además, su construcción también estuvo motivada por la idea de proyectar un panteón para la casa real castellana.

Jaime I de Aragón y el Convento de Santo Domingo (Zaragoza)

Jaime I de Aragón es uno de los monarcas más legendarios de la historia aragonesa. Su alma bélica motivó las conquistas de Valencia, Mallorca o Menorca, sus hazañas más destacadas. Conocido como el Rey Templarios, ya que se crió en el Castillo de Monzón junto a los caballeros de la Orden del Temple, en su biografía aunque también cabe destacar la fundación del Convento de Santo Domingo, en Zaragoza.

En 1219, Jaime I llevó a cabo la fundación del Convento de Santo Domingo en la capital del Ebro. Se trataba de la primera obra de arte mudéjar en la ciudad, sufriendo numerosas modificaciones a lo largo de su historia, destacando la reedificación que se hizo de la iglesia en el siglo XVII en estilo barroco, convirtiéndola en la más grande de Zaragoza después de El Pilar y la Seo catedralicia. Durante la Guerra de Independencia, fue duramente destruido, lo que provoca que sus únicos vestigios vivos sean el refectorio y parte de la iglesia.

Alfonso X de Castilla y el Monasterio de Caleruega

Uno de los reyes más famosos y reconocidos de la historia castellana es Alfonso X. Alabado por el avance cultural, científico, territorial y jurídico que experimentaron los reinos de Castilla y León durante su gobierno, a él también se debe la fundación del Real Monasterio de Santo Domingo, en Caleruega (Burgos). Se trata de uno de los centros espirituales más importantes de España, ya que fue construido sobre el mismo solar donde nació Santo Domingo de Guzmán, padre y fundador de los Dominicos.

1266 es el año en que se produjo esta fundación monástica. Se trata de unos de los recintos religiosos medievales mejor conservados de la región, en el que historia y arte son sus señas de identidad. El Monasterio de Caleruega responde al estilo románico con incipientes muestras góticas. Con él, Alfonso X quiso aprovecharse del prestigio de Santo Domingo de Guzmán, uno de los personajes europeos más carismáticos de la Edad Media, para sus propios intereses dinásticos. De hecho, en la iglesia fue enterrada su hija, la infanta Leonor, en vez de en Las Huelgas, dotando así de importancia al complejo.

Juan II de Castilla y la Cartuja Miraflores

El padre de Isabel La Católica ha pasado a la historia más conocido por ello que por ser un rey de Castilla de derecho propio. Esto no solo se ha visto reflejado en los libros de historia, sino también en los de arte y arquitectura. La Cartuja de Miraflores fue una fundación monástica emprendida por el propio monarca en 1442, donando a los monjes un palacio construido por su propio padre a comienzos de siglos, donde se instalaron.

En 1454, el palacio-monasterio sufrió un terrible incendio, el mismo año en el que Juan II falleció, aunque antes de morir estableció su reconstrucción. Su sucesor, Enrique IV, apenas mostró interés, aunque todo cambió cuando Isabel La Católica accedió al trono en 1474. Es por ello que la Cartuja de Miraflores quedó ligada al período isabelino, aunque verdaderamente este bello complejo, que goza de formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad por ser parte del Camino de Santiago Francés, fue una fundación real de Juan II de Castilla.

Enrique IV de Castilla y El Parral

Siendo todavía príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV decidió fundar en 1447 el Real Monasterio de Santa María del Parral, situado en la misma ciudad de Segovia. El monarca, que ha pasado a la historia como el Impotente por sus problemas para engendrar un heredero al trono con sus dos esposas, dejó su huella en el patrimonio religioso español en este cenobio.

La fundación del Monasterio del Parral fue realizada por Enrique IV, pero la hizo a nombre de Juan Pacheco, marqués de Villena, debido a que todavía no era rey y podía estar mal visto. Esto provocó que, aunque Enrique IV pretendía ser enterrado en su monasterio segoviano, en el altar mayor, finalmente este espacio fuera ocupado por los marqueses, estando el monarca sepultado en Guadalupe, en vez de en el cenobio que él mismo levantó y que es una de las joyas patrimoniales de Segovia, de visita imprescindible.

Los Reyes Católicos y San Juan de los Reyes

Los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, cerraron el período medieval de la historia de España, estando situado su reinado entre el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna y el Renacimiento. El título que recibieron del Papa Alejandro VI, para ellos y sus sucesores, avanza la relación que mantuvieron con la religión a lo largo de su reinado. Es por ello que, aunque emprendieron la construcción de monasterios o iglesias a lo largo de su gobierno, el máximo exponente se encuentra en Toledo, con la fundación del Monasterio de San Juan de los Reyes.

El Monasterio de San Juan de los Reyes se construyó para conmemorar la victoria de Isabel La Católica contra su sobrina Juana y sus partidarios en la Guerra de Sucesión de Castilla. Del mismo modo, con él quisieron agradecer el nacimiento del príncipe Juan, así como establecer un panteón real para su familia. Sin embargo, esta idea al final no se llevó a término, ya que los Reyes Católicos se encuentran sepultados en la Capilla Real que construyeron en Granada.

La ruta turística por las fundaciones monásticas que hemos recorrido en este artículo es un ejemplo perfecto de cómo la historia y el patrimonio cultural van unidos en la gran mayoría de los casos, siendo el turismo es la disciplina perfecta para ponerlo en valor. Visitando estos monasterios, se repasan las huellas históricas a ellos asociados y, en definitiva, la historia de toda España, sintiéndote un verdadero #turistaenmipaís.

J.

Juana de Avis, la reina de Castilla a la que la muerte sorprendió en Madrid y que dejó huella en Alaejos, Aranda o Buitrago de Lozoya

La historia de España está repleta de pasajes olvidados, pero fundamentales para entender el devenir del país. La biografía de Juana de Avis es uno de ellos. Fue reina consorte de Castilla por su matrimonio con Enrique IV, con el que tuvo una hija, o eso es lo que dice una parte de la historiografía. Hay quienes sostienen que aquella niña, que llevaba el nombre de su madre y que nació destinada a ser reina propietaria de Castilla, pero que acabó siendo la Excelente Señora o, simplemente, la Beltraneja, era fruto de una relación extramatrimonial con don Beltrán de la Cueva, que hacía las veces de valido de su esposo en muchas ocasiones.

Juana de Avis, también conocida como Juana de Portugal y Aragón, fue un peón más del tablero de ajedrez de aquella Castilla medieval de intrigas que estaba a punto de dar el salto a la Edad Moderna, para renacer con más fuerzas. En concreto, fue la reina de aquella partida hasta que su cuñada, la hermana de Enrique IV, se hizo con esa corona a la que su hija estaba destinada. Isabel La Católica fue reina de Castilla tras su victoria en la guerra de sucesión castellana, aunque ese resultado no pudo llegar a verlo la madre de su rival, y, sin ese triunfo, la historia de España puede que tampoco sería la que es hoy.

Retrato imaginario de Enrique IV de Castilla, de Rodríguez de Losada, siglo XIX. Fuente: Ayuntamiento de León

Juana de Avis murió en 1475, solo seis meses después que su esposo, el rey Enrique IV. Falleció una reina consorte de Castilla en una ciudad que por aquel entonces solo era una villa más del reino, y que hoy es la capital de todo un país: Madrid. Era el 8 de junio de 1475, en el Convento de San Francisco, un cenobio que, con el tiempo, también llegó a ser Grande. Sin embargo, durante ese proceso perdió el recuerdo de esta reina cuyas huellas hoy vamos a tratar de recuperar y de seguir, trasladándonos hasta rincones como Alaejos, Aranda de Duero, Buitrago de Lozoya o Trijueque (Guadalajara), además de Madrid, la villa que marcó su vida. ¿Seguimos descubriendo su historia?

De infanta de Portugal a reina de Castilla

El 20 de marzo de 1439, en Almada, una localidad próxima a Lisboa, nació la hija póstuma de Eduardo I de Portugal y Leonor de Aragón, la infanta Juana. Se crió en el exilio junto a su madre, debido a las intrigas de la corte lusa, y vivió primero en el Monasterio de Santa María en Medina del Campo y posteriormente en Toledo, donde falleció Leonor de Aragón. Desde allí, regresó a los brazos de su reino en 1445, cuando contaba seis años.

Alcázar de los Reyes Cristianos, en Córdoba

Sin embargo, Juana de Avis volvería a Castilla de nuevo, en concreto en 1455, pero convertida en reina consorte de Enrique IV, la segunda esposa que tenía el rey, y, con ella, su segundo intento de tener descendencia. La boda se celebró en Córdoba, en mayo de ese mismo año, y desde allí partieron a conocer el reino, pasando por puntos como Madrid y Segovia, donde el monarca solía disfrutar de la caza.

Madre por inseminación artificial

Después de siete años de matrimonio, Enrique IV continuaba sin tener el heredero que tanto necesitaba para continuar su linaje. Por ello, recurrió a la sabiduría de la medicina judía para que la reina pudiera quedarse embarazada, realizando con una cánula de oro la primera inseminación artificial de la historia. El experimento funcionó y la reina Juana de Avis tuvo que esperar nueve meses para ver nacer a su hija, Juana.

Juana de Castilla, conocida como «La Beltraneja». Fuente: British Library

Para recompensar a su esposa, el rey la nombró Señora de Aranda de Duero, al ser la localidad en que recibieron la feliz noticia que tanto ansiaban escuchar. Esta localidad forma parte de las huellas de Juana de Avis, a la que todavía le quedaba mucha historia por vivir

Juana de Castilla, hija de Juana ¿y de Enrique IV?

El buen ambiente del que gozaba la villa de Madrid en el siglo XV, por la que Enrique IV sentía especial predilección, fue el motivo que llevó al rey ordenar que la reina fuera trasladada desde Aranda de Duero hasta este punto de Castilla para que diera a luz al heredero al trono. El 28 de febrero de 1462, nació en el Alcázar madrileño la princesa Juana, una niña a la que las Cortes reunidas en la misma ciudad juraron como heredera en mayo de ese mismo año, pero que al mismo tiempo fue tachada por una parte de la nobleza como ilegítima; es decir, que era hija de la reina, pero no de Enrique IV, atribuyendo la paternidad a don Beltrán de la Cueva, valido del monarca. Es aquí de donde viene el apellido de “Beltraneja” con el que fue conocida.

Grabado del Alcázar de Madrid, Jan Cornelisz Vermeyen, ca. 1534. Fuente: Metropolitan Museum de Nueva York

Enrique IV se había casado dos veces. Con su primera esposa, la reina Blanca II de Navarra, no llegó a tener descendencia, pero ni siquiera consumó el matrimonio, achacando que estaba maldito para conseguir el divorcio. Con Juana de Avis, tardó siete años en tener a su hija. Todos estos datos motivaron a que el rey fuera tachado de impotente, un sobrenombre que ha sobrevivido al paso de los siglos y se ha convertido en el apelativo con el que se le conoce: Enrique IV de Castilla, “El Impotente”.

Juana de Avis, de Alejos a Buitrago de Lozoya

Los rumores de infidelidad de la reina provocaron que la causa contra la princesa Juana se extendiera y se desatase una guerra civil en Castilla entre Enrique IV y su hermano pequeño Alfonso, aunque el verdadero juego de tronos estaba movido y guiado por la nobleza castellana. Para tratar de paliar la situación, el monarca recluyó a su esposa en Alaejos (Valladolid), donde vivió encerrada en su castillo bajo la custodia del arzobispo Alonso de Fonseca y Ulloa, señor de la villa. Este monumento, desde el siglo XVII, está en estado de ruina.

Fachada de la Iglesia de San Pedro, Alejos. Fuente: Turismo Valladolid

Fue en Alaejos donde, lejos de acallar los rumores de que la princesa no era hija legítima del rey, aumentaron todavía más los infundios: la reina se había quedado embarazada de Pedro de Castilla, su ayudante de cámara y descendiente del rey Pedro I de Castilla, el último de la Casa de Borgoña que precedió a los Trastámara. De este encuentro nacieron dos niños gemelos, Pedro y Andrés, lo que demostraba la fertilidad de la reina y ponía en entredicho la figura del monarca.

Panorámica del recinto amurallado de Buitrago de Lozoya

Sin embargo, sus dos hijos nacieron en Buitrago de Lozoya en 1470, donde la poderosa familia Mendoza tenía custodiada a la princesa Juana. La reina había decidido huir de Alajeos hasta esta villa de la sierra norte madrileña en busca de ayuda y protección. Desde aquí, sus huellas por la geografía castellana continuaron en Trijueque (Guadalajara), donde también vivió unos meses.

Primera reina de Castilla fallecida en Madrid

La muerte de Enrique IV el 11 de diciembre de 1474 en el Alcázar de Madrid vino acompañada de una guerra que tiñó de sangre los campos de Castilla durante años. Su hermana Isabel se había coronado reina de Castilla el día 13 de ese mismo mes en la ciudad de Segovia, basándose en lo firmado en Cadalso/Guisando con su hermano, una historia que daría muchos artículos. Sea como fuere, otra parte del reino proclamó como soberana a Juana de Castilla, la hija del monarca fallecido, un partido que capitaneó su madre con el apoyo, entre otros, del Marqués de Villena.

La villa de Madrid siempre fue leal a la causa de Juana, y fue desde aquí donde la reina viuda de Castilla observó los primeros meses de la guerra. Juana de Avis se retiró al Convento de San Francisco, situado muy cerca del Alcázar, viviendo en una alcoba encima de la portería del cenobio. Fue aquí donde, el 13 de junio de 1475, seis meses después del fallecimiento de su esposo y con tan solo 36 años de edad, le sorprendió la muerte. Es la primera reina de la historia de Castilla, y también de España, que murió en Madrid.

Convento de San Francisco en el plano de Pedro Texeira, ca. 1656. Fuente: Instituto Geográfico Nacional

La muerte de la reina, como sostienen algunas crónicas, no fue muy llorada ni sentida en el reino, que estaba preso de la guerra, las batallas y las disputas. Siguiendo su testamento, fue enterrada en el mismo monasterio franciscano “vestido con su hábito, antes de que fallezca y muera y en él sea enterrado; y antes de morir, cuando quiera expirar, sea echada en el suelo, como los religiosos de esta orden y no sea metido en ataúd”. Además, en un último acto de la coquetería, que siempre le caracterizó, pidió ser “enterrada en algún lugar hueco: que no llegue luego la tierra sobre mí”.

El cadáver de Juana de Avis fue inhumado en la capilla mayor de San Francisco. Hay diversidad de opiniones sobre el sepulcro en el que se encontraba, pues hay quienes sostienen que fue ejecutado por orden de la misma reina Isabel, mientras que otras voces autorizadas se postulan porque fuese inhumada en una tumba ya existente, de la cual sacaron los huesos para meter el cuerpo de la reina. Sea como fuere, sí se sabe que su epitafio rezaba lo siguiente:

“Aquí yace la muy excelente, exclarecida y poderosa Reyna de Castilla Doña Juana, muger del muy excelente, exclarecido y poderoso Rey Don Enrique IV. Cuyas animas Dios aya: la qual falleció dia de San Antonio de MCCCGLXXV años”.

Epitafio de la reina Juana de Avis (Flórez de Setién, 1790)

El sepulcro de la reina, con el paso de los siglos, desapareció, y el mármol del que estaba compuesto fue utilizado para efectuar el arco de entrada a la puerta de la iglesia del convento, quedando el nicho en el que estaba su cuerpo tapado con un retablo, en el lado del Evangelio. A pesar de ello, el día de las ánimas o difuntos siempre se rezaba un responso por Juana de Avis. En 1760, este cenobio franciscano fue demolido para construir el templo imponente que contemplamos hoy en día, la Basílica de San Francisco el Grande. Durante las obras, se encontró el ataúd de madera con los huesos de la reina, pero hoy en día los restos están en paradero desconocido, descansando en algún lugar de la iglesia.

Interior de la actual Basílica de San Francisco el Grande. Fuente: Living Madrid

La historia ha olvidado a Juana de Avis, cuya descendencia se vio apartada del trono, lo que, por otra parte, permitió la unión dinástica de Castilla y Aragón en las figuras de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. El destino de España, en cierto modo, estuvo en manos de esta infanta portuguesa cuyo recuerdo también terminó desapareciendo mientras el Convento de San Francisco que escuchó el último latido de su corazón se convertía en Grande en el siglo XVIII.

Madrid de los Trastámara

Austrias y Borbones, pero, ¿qué hay de los Trastámara? Descubre la huella de Enrique IV, Juana la Beltraneja o los Reyes Católicos en Madrid

Juana de Avis es una de las reinas de la época de los Trastámara que, como habrás podido comprobar, también recorrió las calles de Madrid. Si quieres descubrir su historia y la de otros muchos personajes de aquella época, puedes hacerlo en la ruta turística gratuita «Madrid de los Trastámara» de Turista en mi ciudad.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

EDWARDS, J. (2004). Isabel la Católica: poder y fama. España: Marcial Pons

FLOREZ DE SETIÉN, E. (1790). Memorias de las Reynas Catholicas, historia genealógica de la Casa Real de Castilla y de León, todos los Infantes: trages de las Reynas en Estampas y nuevo aspecto de la Historia de España. Madrid: Oficina de la viuda de Marin. Recuperado de: http://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=4560

Dormir en un castillo en España es posible: los 12 mejores hoteles para sentirse como un rey

La riqueza patrimonial y cultural de España es palpable también en la oferta hotelera del país. Muchos de los tesoros y monumentos heredados el pasado han sido adaptados como alojamientos turísticos, como castillos y fortalezas, revalorizándolos a través del turismo. Mientras que estas imponentes construcciones sirvieron un día para defender las fronteras de villas, pueblos y ciudades, hoy en día sirven de refugio para turistas que buscan desconectar unos días de la rutina diaria. Los hoteles castillo de España son el complemento perfecto para una escapada de turismo histórico o cultural, ya que la experiencia se magnifica. No dudes dónde dormir cuando busques sentirte un auténtico rey o reina y elige uno de los siguientes doce alojamientos.

Hotel Residencia Real Castillo de Curiel (Valladolid)

La provincia de Valladolid es la que más número de castillos conserva de toda España. El más antiguo de toda la región se encuentra situado en un cerro rocoso de la localidad de Curiel de Duero, ejerciendo, junto con otras fortalezas, como la de Peñafiel, de guardián de los viñedos de la Ribera de Duero. Parte de su estructura data del siglo IX, habiendo sido propiedad de diversos reyes castellanos y leoneses, además de servir de dote para reinas, como Berenguela de Castilla.

En el año 2003, comenzó la restauración de la fortaleza, que presentaba un estado de ruina, y en 2006 se produjo la apertura del Hotel Residencia Real Castillo de Curiel, que pertenece a la cadena Domus Selecta. Se trata de un alojamiento de cuatro estrellas formado por 23 habitaciones y suites, contando también con un restaurante en el que disfrutar de la gastronomía de la región y una piscina perfecta para los meses de verano. Los trabajadores de este complejo ofrecen un trato excelente a todos sus huéspedes, haciéndoles sentir auténticos reyes en un entorno medieval único.

Parador de Olite

¿Sabías que la reina Blanca II de Navarra estuvo encerrada en el Palacio Real de Olite? Esta es solo una de las muchas curiosidades históricas de este impresionante castillo situado en la misma localidad navarra de la que recibe su nombre, que fue construido entre los siglos XIII y XIV. Fue sede de la Corte del Reino de Navarra, lo que lo convirtió en uno de los palacios más lujosos de toda la península Ibérica.

Durante la primera mitad del siglo XX, el castillo de Olite fue profundamente restaurado, con la finalidad de recuperar su esplendor pasado. Este complejo, que está considerado como uno de los recintos góticos más destacados de España, acoge en su interior, en el llamado Palacio Viejo, un Parador de Turismo. Los huéspedes que lo escogen como alojamiento turístico durante su estancia en la región disfrutan de un entorno único, convirtiendo el viaje en una experiencia irrepetible.

Hotel Castillo del Buen Amor (Salamanca)

La provincia de Salamanca se caracteriza por los ejemplos de estilo renacentista tan destacados con los que cuenta entre sus fronteras. Uno de los más destacados es el Castillo de Villanueva del Cañedo, más conocido como Castillo del Buen Amor porque fue reformado por el obispo Alonso de Fonseca para convertirlo en refugio de amor con su amante, doña Teresa. Se trata de una palacete de estilo renacentista que fue construido en el siglo XV. Fue propiedad de los Reyes Católicos, destacando que llegó a dar cobijo al propio rey Fernando durante la Guerra de Sucesión Castellana.

Desde el año 2003, tras una restauración que ha recuperado el esplendor de esta residencia nobiliaria, el Castillo del Buen Amor es uno de los mejores hoteles de la provincia de Salamanca, convirtiéndose en la Posada Real Castillo del Buen Amor. Sus cuatro estrellas dan cobijo a 41 habitaciones, contando también con un restaurante en el que disfrutar de la gastronomía local. Quienes quieran visitarlo, pueden hacerlo sin necesidad de alojarse, aunque previa compra de una entrada.

Hotel Castillo de Arteaga (Vizcaya)

En 1856, la emperatriz francesa Eugenia de Montijo decidió emprender la remodelación del Castillo de Arteaga, una propiedad de su familia cuyo origen se remontaba al siglo XIII pero que estaba totalmente en ruinas. La finalidad fue agradecer a las Juntas Generales de Vizcaya que nombrase a su hijo, Eugenio Bonaparte, como vizcaíno de origen. Se levantó una fortaleza de la mano de arquitectos franceses de la Casa Imperial en estilo neogótico, extendido en el Romanticismo.

El castillo nunca fue utilizado por la familia imperial francesa, ni tampoco por Eugenia de Montijo a su regreso a España en el siglo XX. Actualmente, se ha convertido en el Hotel Castillo de Arteaga, el único de la cadena Relais&Chateaux en País Vasco y situado en plena Reserva de Urdaibai, declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Hotel Castillo del Bosque La Zoreda (Oviedo)

Entre bosques de robles y castaños, y a tan solo cuatro kilómetros de Oviedo, se encuentra uno de los castillos de estilo palaciego más elegantes y esbeltos de España. Se trata del Castillo del Bosque La Zoreda, un palacete construido a principios del siglo XX reconvertido en un lujoso alojamiento turístico. De hecho, fue elegido como uno de los 25 mejores hoteles de lujo de toda España.

El Hotel Castillo del Bosque La Zoreda está formado por 25 habitaciones y suites, que ofrecen todas las comodidades para sus huéspedes. Este alojamiento turístico de cinco estrellas dispone también de un restaurante y spa en los que complementar la estancia. La desconexión en este castillo situado en plena naturaleza está asegurada.

Hotel Castell d’Empordà (Girona)

Las primeras referencias documentales del castillo de La Bisbal de l’Empordà se remontan al siglo XIV. Salvador Dalí se fijó en esta fortaleza, pero el propietario le ofreció un precio tan sumamente alto que le fue imposible hacerse con el recinto. Esta anécdota es la que explica que este histórico edificio sea conocido como El capricho de Dalí. No ocurrió lo mismo con Albert Diks y Margo Verijken, sus actuales propietarios, quienes han establecido en él un imponente hotel de lujo.

El Hotel Castell d’Empordà, de cuatro estrellas, está formado por 57 habitaciones, 12 de ellas situadas en la estructura medieval original, mientras que las restantes están situadas en un edificio anexo de nueva planta pero perfectamente integrado en el complejo. Dentro de él, huéspedes y visitantes pueden disfrutar de dos exclusivos restaurantes, donde se disfruta también de los vinos de la región. Este alojamiento turístico es uno de los mejores hoteles castillo de España.

Hotel Castillo El Collado (Laguardia)

Laguardia es una localidad de la provincia de Álava, perteneciente a la región vinícola de Rioja Alavesa. Se trata de uno de Los Pueblos más bonitos de España, gracias al rico patrimonio histórico y artístico que atesora y custodia todo el recinto amurallado que rodea la villa. Una de sus joyas más importantes es el pórtico de Santa María de los Reyes.

El Hotel Castillo El Collado se encuentra ubicado en un castillo del siglo XX, construido por la familia Tapia, que hizo uso de los restos de un antiguo cuartel del siglo XII. Este alojamiento turístico consta de diez habitaciones, cada una de ellas con un nombre y decoración diferentes, además de un restaurante en el que se pueden degustar los platos de la región, maridados con los mejores vinos de Rioja Alavesa. Es el hotel perfecto para disfrutar de una estancia y descubrir toda esta zona de País Vasco.

Hotel La Torre del Visco (Teruel)

Este castillo situado en la provincia de Terual está datado del siglo XV. Está rodeado de románticos jardines que cada primavera es una explosión de olores y colores gracias a sus rosales. A pesar de la sencillez que caracteriza a este edificio, en su interior se ha instalado uno de los hoteles de lujo de la región, donde los huéspedes acuden en busca de tranquilidad y paz para olvidar el estrés del día a día.

El Hotel La Torre del Visco, perteneciente a la cadena Relais&Chateaux, no solo sobresale en el inventario de hoteles castillo de España por la comodidad de sus 16 coquetas habitaciones, sino también por su oferta gastronómica. El alojamiento turístico cuenta con un huerto ecológico que provee de frutas, hortalizas y verduras a su restaurante.

Complejo Turístico de Castellar (Cádiz)

En Castellar de la Frontera (Cádiz) ha sobrevivido al paso del tiempo un magnífico recinto fortificado del siglo XII, que sobresale por la sencillez y la tranquilidad. En este rincón de Andalucía, los amantes de la historia y el turismo cultural encuentran el alojamiento perfecto para disfrutar de unos días de descanso y reencuentro con la cultura.

El Complejo Turístico de Castellar está formado por un hotel, compuesto de nueve habitaciones, y también por casas rurales independientes, en total 9, teniendo cada una de ellas diferentes capacidades, adaptándose así a todas las necesidades de los viajeros. Los Sabores de Tugasa es el restaurante de este complejo, un recinto que mira al Parque de los Alcornocales, África, el mar Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar y la Bahía de Algeciras.

Hotel Castillo de Grisel (Zaragoza)

En el siglo XI-XII, se construyó entre la frontera de los reinos de Castilla y Aragón el Castillo de Grisel, uno de los mejor conservados de la provincia de Zaragoza. De estilo gótico, está declarado Bien de Interés Cultural. Desde el siglo XIV, perteneció al Cabildo de Tarazona, lo que provocó que, con la desamortización del XIX, pasase a manos privados, viéndose deteriorado. A partir de 1988, el castillo comenzó un proceso de restauración que duró cerca de 30 años.

En 2014, se produjo la apertura del castillo, reconvertido en un hotel boutique formado por tan solo diez habitaciones, estando cada una de ellas decoradas con motivos literarios. Los amantes de la historia tienen que pasar por este alojamiento turístico, ya que se alojarán en una verdadera fortaleza medieval.

Hotel Castillo de Monda (Málaga)

Se desconoce la fecha exacta en que se levantó la fortaleza árabe Al-Mundat, el antecedente del Castillo de Monda que fue incendiado en el siglo XVI, en torno a 1570, y que fue abandonado hasta que recientemente ha sido rehabilitado y, utilizando parte de su estructura, ubicar en él un magnífico establecimiento hotelero.

El Hotel Castillo de Monda, con una categoría de tres estrellas, combina la arquitectura medieval que todavía se observa en el complejo con la decoración e instalaciones modernas en las que sus huéspedes disfrutan de una estancia inolvidable en la costa malagueña de Marbella.

Hotel Cap Rocat (Mallorca)

La Fortaleza de Cap Enderrocat, aunque no responde al prototipo de castillo como en los casos anteriores, cierra esta lista de los 12 mejores hoteles castillo de España. En 2010, después de una profunda reforma de rehabilitación y adecuación como establecimiento hotelero, el alojamiento turístico Cap Rocat ha recibido numerosos premios, destacando el de Hispania Nostra y Europa Nostras, debido a que las obras respetaron al máximo la arquitectura del complejo. El hotel cuenta con 28 habitaciones, situadas la gran mayoría en las antiguas troneras de los cañones, al borde del acantilado.

Los 12 hoteles castillo que hemos descubierto hoy en día son grandes ejemplos de la variedad patrimonial que tenemos en España, construcciones que abarcan desde los primeros albores de la Edad Media hasta el mismo siglo XX. Además, todos ellos son magníficos ejemplos de la implicación del sector hotelero español en la recuperación y revalorización del patrimonio cultural del país, haciendo sentir a todos los huéspedes que se decantan en ellos para dormir en sus escapadas unos auténticos #turistaenmipaís.

J.

Los mejores ejemplos del gótico isabelino en España: una ruta por los monumentos con el sello de Isabel La Católica

Isabel I de Castilla, que pasó a la historia como La Católica, nació un Jueves Santo de 1451 y falleció un frío mes de noviembre de 1504. Se trata de una soberana cuyo reinado se desarrolló a caballo entre los siglos XV-XVI, entre la Edad Media y la Moderna. Durante estos momentos, la luz del arco ojival se apagaba en Castilla para dar paso al Renacimiento, mientras un estilo de transición con sello de la Reina resplandecía: el gótico isabelino.

Mientras que la primera etapa gótica en España fue importada de otros reinos europeos, como Francia, esta corriente artística de la que hablamos se caracteriza por ser parte del patrimonio cultural e histórico nacional, ya que únicamente se puede encontrar en nuestro país o en determinados puntos de América del Sur. El nombre que recibe este estilo hace referencia a Isabel La Católica, reina propietaria de Castilla entre 1474-1504 y que auspició la construcción de muchos de los monumentos marcados por estas formas, el antecedente del Renacimiento en España.

Características y definición del gótico isabelino

Como hemos dicho, el gótico isabelino recibe esta denominación por ser un estilo propio de la Corona de Castilla, desarrollado durante el reinado de los Reyes Católicos, y con notables influencias flamencas, de ahí que en ocasiones también se le confunda con el gótico flamígero importado de Europa y que podemos contemplar en monumentos como la Catedral de Santa María de Burgos. Templos amplios, bóveda de crucería estrellada o uso de pináculos caracterizan y definen al gótico isabelino respecto a otras corrientes pertenecientes al mismo estilo.

Retrato de Isabel La Católica, de Juan de Flandes. Fuente: Patrimonio Nacional

Motivos heráldicos de los Reyes Católicos

Las construcciones patrocinadas por los Reyes Católicos contaban con un alto valor propagandístico. Por ello, en la decoración de los monumentos que responden al gótico isabelino predominan los motivos heráldicos, entre los que destacan el escudo real, yugos, flechas o granadas. Sobre el yugo y las flechas, cabe destacar que eran el emblema de los monarcas, el cual fue sugerido por Antonio de Nebrija. Mientras que el Yugo representaba a Fernando y la dominación del enemigo, las Flechas a Ysabel y a la unidad y cohesión. Si nos fijamos, utilizaron la inicial del otro en cada elemento, siguiendo de este modo la teoría de las divisas galantes. Aunque acompañan al escudo real, estas divisas se contemplan en los edificios de forma independiente.

Por otra parte, una pista para valorar el momento en que se construyó un edificio de la época de los Reyes Católicos consiste en fijarse en el escudo real: si en el entado del mismo, es decir, el pico, aparece el símbolo de la granada, otro de sus emblemas, el monumento es posterior a 1492, la conquista de Granada. Ocurre los mismo que con el yugo y las fechas, pudiendo encontrar granadas también de forma independiente por los edificios, lo que también ayuda a explicar el tiempo en que se construyeron.

Arquitectos del gótico isabelino

Juan Guas y Enrique Egas son los arquitectos más destacados del gótico isabelino, siendo a ellos a quienes se atribuyen la mayoría de los edificios que podemos encontrar en España. Por ejemplo, al primero se debe el Monasterio de San Juan de los Reyes (Toledo) y al segundo la Capilla Real de Granada, entre otros monumentos. Si quieres descubrir los mejores ejemplos de gótico isabelino, sigue leyendo para descubrirlos en esta ruta artística y arquitectónica que hemos preparado.

Claustro de la catedral de Segovia

Segovia ha contado hasta con 3 catedrales a lo largo de su historia. La segunda de ellas era de estilo románico y se encontraba situada frente al Alcázar. En tiempos de Enrique IV, el claustro presentaba un estado ruinoso, por lo que se decidió iniciar su reconstrucción en estilo gótico. Sin embargo, la subida al trono de Isabel La Católica fue determinante para el avance de las obras, que no solo puso su sello personal, sino que sufragó personalmente la construcción de la portada de acceso. Tras la demolición de la catedral para la construcción de la actual en tiempos de Carlos V, el claustro gótico isabelino se trasladó piedra a piedra al nuevo templo, donde todavía se conserva.

Monasterio de Santo Tomás (Ávila)

El Real Monasterio de Santo Tomás, en la ciudad de Ávila, responde también al patrón del gótico isabelino. Patrocinado por los propios Reyes Católicos y su tesorero, Hernán Núñez, fue residencia estival de los monarcas y sede de la Inquisición. A la muerte de su primogénito, el príncipe Juan, lo escogieron como su lugar de enterramiento, labrándose un sepulcro de mármol a comienzos del siglo XVI, ejecutado por Domenico Fancelli, como así dejó escrito la reina Isabel en testamento. El edificio fue construido entre 1482-1493 y, actualmente, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Cartuja de Miraflores (Burgos)

Juan II de Castilla decidió donar a la orden de los cartujos un palacio situado en las afueras de Burgos, construido por su padre, Enrique III, para situar en él una nueva fundación monástica. Sin embargo, el edificio se incendió, por lo que hubo que proyectar un nuevo complejo a partir de 1453. La muerte del rey al año siguiente supuso la ralentización de las obras, ya que su heredero, Enrique IV, apenas mostró interés por el cenobio.

Sin embargo, cuando Isabel La Católica subió al trono de Castilla, impulsó su construcción nuevamente en torno a 1477, dándole su toque personal. Simón de Colonia dirigió el trabajo de este conjunto monacal que se convirtió también en panteón regio de sus padres y hermano pequeño. Además de su arquitectura, el gótico isabelino se aprecia también en su decoración, destacando los propios sepulcros, joya del arte funerario de la época, o el retablo mayor. Los detalles de todos estos tesoros los puedes apreciar a la perfección en la visita virtual de la página web del monumento.

Iglesia de Santa María (Aranda de Duero)

En la provincia de Burgos se encuentra Aranda de Duero, uno de los pueblos con más historia de toda la geografía española. Famoso por las bodegas y videños que lo rodean, que forman parte de la Ribera del Duero, cuenta con un rico patrimonio artístico en el que sobresale especialmente la Iglesia de Santa María.

Portada de la Iglesia de Santa María de Aranda de Duero. Fuente: Wikimedia

La Iglesia de Santa María de Aranda de Duero es uno de los mejores ejemplos de estilo gótico de la provincia, destacando también la influencia del sello artístico o arquitectónico de Isabel La Católica, especialmente en su portada. Este elemento fue diseñado y ejecutado por Simón de Colonia, entre otros arquitectos, maestro que también intervino en la Catedral de Burgos o la Cartuja de Miraflores.

Colegio de San Gregorio e Iglesia de San Pablo (Valladolid)

El Colegio de San Gregorio, sede del Museo Nacional de Escultura, es uno de los monumentos más importantes de Valladolid. Fue construido entre 1488 y 1496 como colegio de Teología, siendo fundado por Alonso de Burgos, obispo de Palencia y confesor de los Reyes Católicos. Su fachada es una obra cumbre del gótico isabelino, coronada por un portentoso escudo real de los monarcas, destacando también el claustro, repleto de motivos heráldicos propios de este estilo artístico, como yugos y flechas.

Por su parte, la Iglesia de San Pablo, que se encuentra a la vuelta del Colegio de San Gregorio, también sigue los preceptos del estilo gótico isabelino. Su fachada, todo un retablo labrado en piedra, es única en España, convirtiéndola en una de las iglesias más majestuosas de Valladolid. Cabe destacar que en ella fue bautizado Felipe II, que había nacido en el cercano Palacio Pimentel el 21 de mayo de 1527.

Monasterio de San Jerónimo el Real (Madrid)

Reinando Enrique IV de Castilla, se construyó un monasterio jerónimo en la ribera del Manzanares. La insalubridad del entorno obligó a los Reyes Católicos a conceder permiso a los monjes para trasladarse a otro punto de la villa en 1503, a los arrabales del actual Paseo del Prado. El edificio se levantó rápidamente, haciendo uso de los materiales del viejo monasterio. Del complejo solo ha llegado hasta nuestros días la iglesia, conocida como Los Jerónimos, y un claustro, que forma parte de las instalaciones del Museo Nacional del Prado.

Iglesia de San Jerónimo el Real. Fuente: Turismo Madrid

La Iglesia de San Jerónimo es una de las pocas muestras de arquitectura gótica originaria que se conservan en Madrid responde al estilo isabelino. Su diseño está atribuido a Enrique Egas bajo patrocinio real y se convirtió en iglesia de cabecera para las celebraciones de la Corte en la villa desde tiempos de los Austrias hasta prácticamente la actualidad.

Monasterio de San Juan de los Reyes (Toledo)

El Monasterio de San Juan de los Reyes es el máximo exponente del gótico isabelino. Situado en Toledo y auspiciado por los propios Reyes Católicos, se construyó para conmemorar la victoria de la reina Isabel sobre su sobrina Juana y sus partidarios en la lucha por el trono, es decir, la Batalla de Toro librada el 1 de marzo de 1476 que aseguró el trono para el bando isabelino.

El monumento también fue un gesto con el que quisieron agradecer el nacimiento del heredero al trono castellano y aragonés, el príncipe Juan, que llegó al mundo en 1478 en Sevilla. Además, en un primer momento también se valoró como lugar de enterramiento para los monarcas, de ahí su imponente arquitectura, pero la empresa granadina posterior de 1492 motivó a decantarse por la ciudad andaluza como panteón, donde reposan en la actualidad.

Palacio del Infantado (Guadalajara)

El Palacio del Infantado, en Guadalajara, se diseñó también en estilo gótico isabelino por Juan Guas. Fue construido en 1480 bajo el patrocinio de Íñigo López de Mendoza y Luna, segundo duque del Infantado, siendo uno de los grandes monumentos de esta ciudad de Castilla-La Mancha.

Iglesia de Santa María del Sagrario (Málaga)

La Iglesia de Santa María del Sagrario, en Málaga, cuenta con una obra maestra del gótico isabelino, como así es la portada de acceso al templo, siendo uno de los mejores ejemplos de este estilo en Andalucía. Esta parroquia es una de las cuatro que los Reyes Católicos ordenaron construir en la ciudad tras su conquista en 1487, estando declarada Bien de Interés Cultural.

Capilla Real de Granada

En septiembre de 1504, unos meses antes del fallecimiento de la reina Isabel, ella y su marido, el rey Fernando, establecieron mediante una Real Cédula la construcción de una capilla funeraria junto a la nueva catedral que se iba a construir en Granada. Se construyó entre 1505 y 1517, siendo uno de los grandes ejemplos de estilo gótico isabelino de todo el territorio español, junto con el Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo. Se trata de todo un monumento en el que se demuestra el poder político de los soberanos, con varios motivos propagandísticos.

Exterior de la Capilla Real de Granada, uno de los mejores ejemplos de gótico isabelino

El estilo gótico isabelino de la Capilla Real granadina nada tiene que ver con la catedral anexa, un recinto renacentista de imponentes dimensiones y dedicado a la Encarnación de la Virgen. Este recinto funerario, que acoge los restos de los Reyes Católicos, el príncipe Miguel de la Paz y los reyes Juana I de Castilla y Felipe I, fue el primer intento de crear un mausoleo en el que congregar a todos los reyes de la nueva Monarquía Hispánica o Monarquía Católica. De hecho, en este templo estuvo enterrado el cuerpo de la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos V. Sin embargo, ese proyecto se fue a El Escorial de la mano de Felipe II.

Los monumentos de estilo gótico isabelino son grandes ejemplos de la riqueza patrimonial que podemos encontrar recorriendo España de norte a sur. Su visita no solo traslada a los turistas a tiempos pasados, sino que les deja boquiabiertos por la grandeza artísticas y arquitectónica que presentan. Ante todo, consiguen que nos sintamos verdaderos #turistaenmipaís mientras los contemplamos.

J.

La Iglesia de Santa María de la Almudena, la primera iglesia construida en Madrid que acabó siendo víctima del urbanismo del siglo XIX

Madrid es una de las ciudades de España que más patrimonio cultural ha perdido en los últimos dos siglos. Los adoquines de la capital del país, que sin dejar de ser villa es también una de las ciudades más cosmopolitas y visitadas de Europa, todavía susurran las hazañas de su largo pasado, aunque, en ocasiones, cuesta encontrar los testigos vivos y materiales de esas historias, como así son los monumentos.

Por este punto del centro de la geografía ibérica ya se interesaron los visigodos, aunque verdaderamente el comienzo de la historia de lo que hoy en día conocemos como Madrid se remonta al período de dominación árabe, en pleno siglo VIII. Los musulmanes dieron forma a aquel Mayrit o Magerit que fue creciendo alrededor de la fortaleza o al-mudayna que construyeron para defender la cercana Toledo, la joya de la corona visigoda que fue recuperada en 1085 por Alfonso VI de León. Por el camino, dos años antes, el rey también se hizo con Madrid, cristianizando de nuevo esta naciente villa. La primera decisión del monarca fue la consagración de la Iglesia de Santa María. ¿Dónde podemos encontrarla? En la lista del patrimonio desaparecido, aunque hoy la convertimos en reaparecido en Turista en mi país.

Iglesia de la Almudena durante su derribo en 1869. Fuente: Instituto del Patrimonio Cultural de España

Historia de la Iglesia de Santa María de la Almudena

La tradición y la leyenda forman parte de la historia de la Iglesia de Santa María, templo que, en un principio, no fue conocido como Santa María de la Almudena. El primer documento que detalla esta advocación data de 1377, destacando también que en la confirmación de los privilegios concedidos en tiempos de Enrique IV por la reina Juana I de Castilla el 2 de mayo de 1508 aparece nombrada también con la advocación de la patrona de Madrid. Diversos estudios aseguran que el origen del edificio era anterior a la conquista árabe, al tratarse de una iglesia o ermita dedicada a la Virgen que habría sido levantada por los visogodos.

Los musulmanes fueron tolerantes con las creencias de los cristianos de Mayrit, por lo que pudieron mantener vivo este pequeño lugar de culto, hasta que en el año 850 se prohibió el estudio del latín o se les obligó a acudir a las escuelas arábigas, siendo entonces cuando comenzaron a tener más presión sobre su fe. A esto hay que añadir que la Iglesia de Santa María se encontraba muy próxima a la muralla y alcazaba, por lo que, con el paso de los años, acabó formando parte del recinto y fue reconvertida en mezquita. Sin embargo, no parece que hicieran cambios sustanciales en su estructura, más allá de los necesarios para su mantenimiento.

Grabado de la aparición de la Almudena. Fuente: Madrid Árabe

En 1083, Alfonso VI de León recupera Madrid y la integra de nuevo en los dominios cristianos. Como hemos avanzado anteriormente, la primera medida que tomó el rey fue purificar o consagrar nuevamente al culto católico la iglesia de Santa María, que los musulmanes habían convertido en mezquita. Sin embargo, todo apunta a que el rey decidió derruir el templo y construir uno nuevo en estilo románico, fundando también una comunidad monástica regida por la Orden de San Benito y que fue abandonada en la segunda mitad del siglo XV. De este modo, la iglesia de la Almudena se convirtió en la primera en ser construida en Madrid, apareciendo en el Fuero de 1202, dado por Alfonso VIII de Castilla.

Iglesia de Santa María de la Almudena hacia 1845. Fuente: Museo del Romanticismo

Entre 1436 y 1562, fueron sucediéndose diversas obras en la que era una de las principales iglesias de la villa, al darse culto en ella, nada más y nada menos, que a su patrona. Fue en este período cuando su fisionomía cambió y se añadieron una gran cantidad de capillas fundadas por familias nobles y pudientes madrileñas. Sin embargo, 1638 fue el año clave para esta desaparecida iglesia, siendo el momento en el que se llevó a cabo una importante reforma durante el reinado de Felipe IV que dotó al edificio de un aspecto barroco y de la forma que conservó hasta su derribo, en el siglo XIX. La reina Isabel de Borbón fue la gran precursora de estos cambios, ya que era muy devota de la Almudena. No hay que olvidar la rehabilitación neoclásica de Ventura Rodríguez en 1777, momento en el que la iglesia presentaba cierta ruina.

«La reina Isabel de Borbón, a caballo», Velázquez. Fuente: Museo del Prado

Derribo de la Iglesia de Santa María de la Almudena

A finales del siglo XIX, la corporación municipal de Madrid, encabeza por Nicolás María Rivero, decidió llevar a cabo una ampliación de la calle Mayor con la finalidad de que el Palacio Real comenzase en una vía más amplia y se convirtiera en una de las mejores de la ciudad. Esta acción urbanística incluía el derribo de la Iglesia de Santa María de la Almudena. Sin más miramientos, el 25 de octubre de 1868 se celebró la última misa y se clausuró el edificio, comenzado el derribo de doce siglos de historia de la villa al día siguiente. Sin duda, uno de los días más tristes para el patrimonio cultural madrileño, que perdió una joya arquitectónica, como así era la primera iglesia que se construyó en la ciudad y, por tanto, la más antigua de todas, un título que ahora se disputan entre San Pedro El Viejo, San Nicolás y Santa María la Antigua.

Fachada principal de la Catedral de la Almudena

Años después de quedarse sin casa, se emprendió el proyecto de construir una nueva parroquia que diera cobijo a la patrona de Madrid que, gracias a la intercesión de la Corona y con el tiempo, se acabaría convirtiendo en la catedral que contemplamos hoy en día, al convertirse la ciudad en Diócesis propia. Qué irónica es la historia: fue el sexto rey de nombre Alfonso quien en 1083 construyó la primitiva iglesia de la Almudena, y fue también un rey llamado Alfonso, pero en este caso XII, el que 800 años después, concretamente el 4 de abril de 1883, colocó la primera piedra de la hoy Catedral de Santa María la Real de la Almudena.

Los tesoros de la Iglesia de Santa María de la Almudena

En 1998, unas obras en la Calle Mayor sacaron a la luz los restos del ábside de la iglesia, situados en la actualmente denominada Calle de la Almudena. Estos cimientos se encuentran cubiertos por una estructura acristalada y, junto con la placa y pequeña maqueta de metal que los acompaña, son los únicos testigos arquitectónicos que nos quedan de la Iglesia de Santa María. Sin embargo, su recuerdo todavía es palpable en parte del tesoro artístico que se conserva, aunque disperso, por varios puntos de la capital.

  • Talla, mantos y trono de la Virgen de la Almudena

La principal joya que se libró de la demolición, como era lógico, fue la talla de Nuestra Señora la Real de la Almudena, junto con su trono de plata, datado de 1640 y siendo un regalo del pueblo de Madrid, sobre el cual todavía descansa la escultura en el crucero de la actual catedral. La efigie parece que sustituyó a la primitiva que la leyenda dice encontró el rey Alfonso VI en el cubo de la muralla, de la al-mudayna, de ahí el nombre de su advocación, y que se debió de quemar en un incendio acaecido en tiempos de Enrique IV de Castilla.

La que se venera en la actualidad está atribuida a Diego Copín de Holanda, de finales del siglo XV y principios del XVI. Desde tiempos de Felipe IV hasta 1890, la imagen se vestía con mantos que se conservan en el actual Museo de la Catedral de la Almudena, expuestos en una copia de la talla original que se van alternando por temporadas por motivos de conservación.

  • Imagen mural de la Virgen de la Flor de Lys

Con motivo de preparar el retablo mayor para las novenas ofrecidas por la reina Isabel de Borbón en 1623 ante su próximo embarazo, apareció una pintura mural de estilo bizantino detrás del mismo, que no se desprendió de la pared hasta las reformas de 1638. Se trata de la Virgen de la Flor de Lis, que, aunque los estudios son difusos, parecen concluir que fue mandada pintar por Alfonso VI. La flor podría ser una atribución de la pureza de la Virgen o un guiño a su esposa, Constanza de Borgoña, de origen francés. Hoy en día, recibe culto en la cripta de la catedral, siendo la representación mariana más antigua de Madrid junto con la de la Virgen de Atocha y una joya del arte.

Altar de la Virgen de la Flor de Lis en la cripta de la Catedral de la Almudena
  • Cristo del Buen Camino y hachero

También en la cripta de la Catedral de La Almudena encontramos el Cristo del Buen Camino, una talla de madera policromada del siglo XVIII procedente de la Iglesia de Santa María. Asimismo, en este espacio se conserva un hachero de 1803, también del templo primitivo.

  • Óleos sobre la historia de la Virgen de la Almudena

Se conservan dos óleos de autor anónimo datados de 1640 que eran parte del tesoro de la primitiva Iglesia de Santa María: “Procesión de Santa María de la Almudena en 1638” e “Intervención y milagros de Santa María de la Almudena”. Fueron trasladados al Convento del Sacramento de las Monjas Bernardas tras el cierre de la iglesia, pudiendo contemplarse actualmente en la Catedral de la Almudena.

  • Óleo de El Milagro del Pozo

La reina Isabel de Borbón mandó pintar a Alonso Cano la obra “El Milagro del Pozo”, siendo colocada en el ático del retablo mayor de la Iglesia de Santa María. Representa el momento en el que el hijo de San Isidro y Santa María de la Cabeza había caído a un pozo e imploraron a la Virgen de la Almudena, de la que eran muy devotos, para que lo salvase, como así dice la leyenda del milagro. El cuadro entró a formar parte de la colección del Museo del Prado en 1941, exhibiéndose en la Sala 016B.

«El milagro del pozo». Fuente: Museo del Prado

Aunque la Iglesia de Santa María de la Almudena gozó de un rico tesoro artístico, con obras también de Gaspar Becerra, Luca Giordano o Diego Polo, las piezas que hemos recogido anteriormente son de las pocas que se conservan, sin olvidar tampoco unos fragmentos de capiteles expuestos en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, situados en Alcalá de Henares y recuperados en 1998.  

Placa que indica dónde estaba la antigua Iglesia de la Almudena

La Iglesia de Santa María de la Almudena forma parte de la memoria de Madrid, una memoria que hoy hemos recuperado para que forme parte del patrimonio reaparecido de la ciudad y, al menos virtualmente, deje de estar desaparecido y nos haga sentir también #turistaenmipaís viajando por el pasado de esta villa.

Patrimonio Reaparecido

Madrid ha perdido importantes monumentos a lo largo de su historia. Es momento de volver a descubrirlos jugando con la imaginación

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CASAS, N. (2013).Historia y Arte en las Catedrales de España. Ebook

CASTELLANOS OÑATE, J. M. (1989). La iglesia mayor de Santa María de la Almudena: reconstrucción ideal de su arquitectura. Anales del Instituto de Estudios Madrileños (27), pp. 77-100. Recuperado de: http://elmadridmedieval.jmcastellanos.com/Articulos/santamaria.htm

GÓMEZ MENÉNDEZ, M. (2019). La Virgen de la Almudena. Historia, leyendas y representaciones de la imagen venerada en la Catedral de Madrid. En Campos y Fernández de Sevilla, F. J. (coord.), El Mundo de las Catedrales (España e Hispanoamérica), pp. 533-552. San Lorenzo de El Escorial: Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7149569.pdf

PORTÚS PEREZ, J. (2001). Pintura barroca española. Guía. Madrid: Museo del Prado

TARRERO ALCON, M. C. (2012). Raíces cristianas de Madrid: Santa María de La Almudena. Ciclo de conferencias: el Madrid de Alfonso VI. Conferencia llevada a cabo en Instituto de estudios madrileños. Consejo superior de investigaciones científicas, Madrid. Recuperado de: https://xn--institutoestudiosmadrileos-4rc.es/wp-content/uploads/2020/03/Ciclo-Madrid-de-Alfonso-VI-completo.pdf

La Catedral de Segovia, la Dama de las Catedrales españolas y la última de estilo gótico

El 8 de junio de 1525, se coloca en Segovia la primera piedra de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San Frutos. No era la primera sede catedralicia construida en la ciudad del acueducto, pero sí la última de estilo gótico que se levantó en toda España, cerrando un ciclo artístico del que hemos heredado esta y otras muchas joyas arquitectónicas. Influida por el incipiente Renacimiento que ya imperaba en Europa y en buena parte de nuestro país, la catedral de Segovia destaca por su elegancia, retando sus agujas y alto campanario a las cercanas montañas del Sistema Central.

La catedral segoviana es uno de los monumentos más visitados de la ciudad, ejerciendo su imponente arquitectura de imán y faro para atraer hasta ella a los turistas que pasean por las calles del casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Su construcción fue ordenada por el emperador Carlos V, que dotó a Segovia de uno de los templos más majestuosos de la Cristiandad. Esta es solo una de las curiosidades y secretos que forman parte de la historia de este edificio. Todos ellos te animarán a visitar en primera persona este imponente monumento. ¿Te vienes a descubrirlos?

Historia de la catedral

La actual catedral que podemos contemplar en la ciudad de Segovia es la tercera que ha tenido este rincón histórico de la comunidad de Castilla y León. La primitiva se encontraba en la zona del Parral, junto al río Eresma, pero fue destruida en torno al siglo VI. Posteriormente, la geografía ibérica se vio sumida en el dominio de los árabes, y Segovia no fue ninguna excepción. La recuperación cristiana de la ciudad no tuvo lugar hasta el año 1088, de la mano de Alfonso VI de León. La primera preocupación fue reforzar su defensa, siendo de esta época buena parte del recinto amurallado que ha llegado hasta nuestros días.

Vista de la catedral de Segovia desde un arco del acueducto

Hay que esperar a mediados del siglo XII para hablar de la segunda catedral, un templo de estilo románico que se encontraba situado frente al Alcázar y para cuya construcción fue decisiva la intervención del rey Alfonso VII. El poder político y religioso compartieron un espacio desde el que se dominaba toda la ciudad. Bajo la advocación de Santa María, presentaba un aspecto fortificado y sus dimensiones no eran elevadas ni espectaculares, a excepción de su campanario, que parecía más la torre de un castillo que de una iglesia. La consagración de esta segunda catedral tuvo lugar el 16 de julio de 1228.

Panorámica de la catedral de Segovia

En el siglo XV, el claustro románico de la catedral se encontraba en ruinas, por lo que, a partir de 1472, comenzó la construcción de uno nuevo, de estilo gótico. Hubo que esperar hasta que la reina Isabel La Católica tomó control del trono de Castilla para que las obras avanzasen considerablemente, dándole su toque personal, reafirmando el gusto por el arco ojival. De hecho, la propia soberana sufragó la portada de acceso al claustro, estando coronada por su escudo de armas y una de las muestras de estilo gótico isabelino.

De románico a gótico: una nueva catedral

El aspecto fortificado de la catedral románica de Segovia sirvió de refugio para los comuneros, especialmente su alto campanario, lo que provocó que la Guerra de las Comunidades tuvieran por desenlace la destrucción del templo, cuya ruina era evidente. El emperador Carlos V tomó la decisión de construir una nueva catedral, alejada de la sede política que representaba el Alcázar, eligiendo un emplazamiento elevado, junto a la Plaza Mayor, ocupando el espacio del antiguo Convento de Santa Clara. Con esta decisión, el monarca se reconciliaba con la ciudad del acueducto, que había defendido fervientemente la causa comunera contra él.

La primera piedra de la nueva catedral se colocó en la fachada occidental, la actual Puerta del Perdón, en una solemne ceremonia celebrada el 8 de junio de 1525. Contaba con las armas del emperador y del obispado de Segovia. Esta es una de las curiosidades de la historia de este monumento. A diferencia de otras iglesias, las obras comenzaron por esta zona para mantener vivo el culto en la iglesia del antiguo Convento de Santa Clara, que se encontraba en la actual cabecera de la catedral.

Vista exterior de la girola y cúpula de la catedral de Segovia

El diseño gótico de la catedral es discutido por historiadores del arte, debido a que presenta una clara influencia renacentista, pero la mezcla de ambas corrientes arquitectónicas es la que ha permitido que el edificio presente una elegancia y majestuosidad única en España. El proyecto corrió a cargo, en un primer momento, por el arquitecto Juan Gil de Hontañón, que también trabajó en la Catedral nueva de Salamanca, lo que explica las semejanzas entre ambos monumentos. A ellos les siguieron otros maestros, destacando también que en torno a 1530 visitó las obras Enrique Egas, que dirigía las obras de la seo de Toledo, y los campanarios de ambos templos presentan también cierto parecido.

Torre y campanario de la catedral de Segovia

Traslado del claustro gótico

Una de las grandes curiosidades de la catedral de Segovia se encuentra en su claustro. Se trata de la herencia de la segunda sede catedralicia que tuvo la ciudad, habiéndose trasladado piedra a piedra en una hazaña por conservar este bien patrimonial hasta entonces prácticamente única en la historia. El 29 de julio de 1529, quedó completamente colocado en su nuevo emplazamiento, el que actualmente sigue teniendo.

Claustro procedente de la antigua catedral de Segovia. Fuente: Catedral de Segovia

Después de más de dos siglos desde la colocación de la primera piedra, la consagración de la catedral segoviana tuvo lugar el 16 de julio de 1768. Desde entonces, se ha hecho eterna en el casco histórico de esta ciudad que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, distinción de la que también se aprovecha la propia iglesia. Sin embargo, es su sobrenombre de Dama de las Catedrales el que luce con más orgullo. Sobre por qué se denomina así, se debe a Emilio Castelar, presidente de la Primera República, que la definió de este modo.

Visita la catedral de Segovia

Adentrarse en la Catedral de San Frutos y la Asunción es pasear también por la historia de la propia Segovia. Además de contemplar su propia arquitectura, no hay que dejar de pasear por las 18 capillas laterales que se distribuyen entre la girola y las naves, que custodian verdaderas obras de arte, reflejo del esplendor con el que se quiso dotar a esta iglesia. Entre todos los tesoros, no hay que perder el Cristo Yacente de Gregorio Fernández, que procesiona en Semana Santa; el retablo de la Capilla de la Piedad, ejecutado por Juan de Juni, o el tríptico del Descendimiento, de Ambrosius Benson. No hay que olvidar el Sinodal de Aguilafuente, conservado en su archivo y el primer libro impreso en España.

Interior de la Catedral de Segovia. Fuente: Catedral de Segovia

185 escalones conducen hasta el campanario, desde donde se contemplan unas maravillosas vistas de la ciudad de Segovia y que también forma parte de la visita a la catedral. Por el camino, los visitantes pueden pararse a descansar en algunas de las salas, como la audiovisual en la que se cuenta la historia de la torre, u otra en la que se conserva una importante colección de tapices.

Silueta de la catedral de Segovia al atardecer

Los amantes de los secretos encontrarán en la catedral de Segovia un verdadero mapa de curiosidades que ir descubriendo mientras se admira su arquitectura. Este monumento imprescindible de la ciudad del acueducto, que tuvo que esperar más de 200 años para estar finalizado, pero cuyo resultado fue la obra gótica más esbelta y elegante de la geografía española, la dama de todas ellas, te hará sentir un verdadero #turistaenmipaís.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ÁLVAREZ, M., CÁMARA, A., ÁLVAREZ, M. D. (1988). Levantamiento de la Catedral de Segovia. Informes de la construcción (401), pp. 7-14. Recuperado de: http://informesdelaconstruccion.revistas.csic.es/index.php/informesdelaconstruccion/article/viewFile/1533/2381

CASASECA, A. (1978). Trazas para la catedral de Segovia. Archivo español de arte (201), pp.29-52. Recuperado de: https://search.proquest.com/docview/1302143759?pq-origsite=gscholar&fromopenview=true&imgSeq=1

RUIZ HERNANDO, J. A. (). La Catedral de Segovia. Madrid: Edelisa, Biblioteca UCM

Aranjuez, El Escorial, El Pardo y La Granja de San Ildefonso, un Real Sitio para cada estación

A pesar de que son muchos los monasterios, abadías, palacios o jardines que gestiona Patrimonio Nacional, únicamente han llegado hasta nuestros días cuatro Reales Sitios, cuatro espacios en los que la naturaleza, la arquitectura, el arte y la historia caminan de la mano, sin soltarse. Es precisamente esta unión la que dota de magia a cada uno de los entornos que se han generado en estos lugares ligados a la Corona y que hoy en día sirven también a los intereses instituciones y culturales del Estado español en su conjunto.

Cuando los turistas se preguntan cuáles son los Reales Sitios de España, la respuesta es una sola: Aranjuez, El Escorial, El Pardo y La Granja de San Ildefonso. A pesar de que por la geografía de todo el país se levantan otros palacios o enclaves ligados históricamente a la Corona española, únicamente estos cuatro son los que cuentan con esta denominación. Diversos reyes han ido interviniendo en su construcción, especialmente los Austrias pero sobre todo los Borbones. Sin embargo, el origen de los Reales Sitios es anterior a todos ellos. ¿Te vienes a descubrir su historia y todo lo que te espera en ellos cuando los visites?

Qué es un Real Sitio

Mientras que La Granja de San Ildefonso es un Real Sitio, el Monasterio de las Huelgas de Burgos o el Palacio de la Almudaina de Palma de Mallorca no lo son. La diferencia entre estos enclaves, que forman parte todos ellos de la red de espacios de Patrimonio Nacional, radica en su fisionomía. Los Reales Sitios son conjuntos monumentales compuestos por una ciudad palatina y un núcleo urbano anexo, integrados en un enclave de alto valor paisajístico. Esto les diferencia del resto de edificios independientes pertenecientes también a esta institución encargada de la gestión de los espacios que históricamente han estado ligados a la Corona de España, como los anteriormente mencionados.

Vista del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso

A pesar de que los cuatro Reales Sitios de España han ido evolucionando de diferente forma a lo largo de los siglos en que se fueron construyendo, todos ellos responden a un patrón arquitectónico común: un palacio real, una capilla, iglesia o basílica, un entorno natural único (Sierra de Guadarrama en El Escorial y La Granja, vega del río Tajo en Aranjuez y Monte del Pardo en El Pardo), un pueblo nacido a la sombra de la residencia regia, y edificaciones anexas fundamentales para la Corte, como caballerizas, espacios de recreo, jardines o fuentes monumentales.

Historia y origen de los Reales Sitios

Una de las principales particularidades de la monarquía medieval era su carácter itinerante. Los monarcas de los reinos hispánicos de la península Ibérica no tenían una capital fija, sino que su Corte se iba trasladando por diversos puntos de su geografía. Esto provocaba que contasen con diversas propiedades distribuidas por todo el país, aunque también en ocasiones se hospedaban en residencias de nobles o en monasterios. Por ejemplo, los Reyes Católicos, cuando visitaban la villa de Madrid, se alojaban en el Palacio de los Lasso de Castilla, que se encontraba en La Latina, junto a la Iglesia de San Andrés, utilizando el Alcázar para actos protocolarios o judiciales.

La reina Juana I fue la última Trastámara que reinó en España. Fuente: Museo Nacional de Escultura

Los Trastámara, dinastía que rigió la Corona de Castilla desde 1379 hasta 1555, fueron los reyes medievales que sembraron la semilla de los Reales Sitios. Estos monarcas construyeron pabellones de caza en los que se alojaban en las denominadas «jornadas reales», momentos de recreo para evadirse de la rutina de una Corte que, como hemos dicho, todavía era itinerante. Con el cambio de dinastía y de tiempo, los Austrias establecieron una capital fija, Madrid, en 1606, en torno a la cual prosiguieron la labor emprendida por sus ancestros.

«El rey Felipe V de España, la reina María Luisa Gabriela de Saboya y el príncipe Luis niño matando al dragón de la herejía delante del monasterio de El Escorial». Fuente: Patrimonio Nacional

Sin embargo, fueron los Borbones los que, importando la tradición cortesana de Versalles respecto a París, convirtieron definitivamente a estos espacios en centros de poder estacionales que acogían a todo su séquito durante determinados meses al año. Alejados de la capital, pero cerca de ella para seguir controlando todos los asuntos de gobierno, los cuatro Reales Sitios de España se encuentran en las inmediaciones de Madrid. Durante cerca de dos siglos, la Corte siguió el siguiente patrón de comportamiento: El Pardo en invierno, Aranjuez en primavera, La Granja en verano y El Escorial en otoño, mientras que las fiestas de Navidad y Semana Santa las celebraban en Madrid, en el Palacio Real o en el del Buen Retiro.

Real Sitio de El Pardo

El Real Sitio de El Pardo tiene su origen durante el reinado de Enrique III de Castilla, que construyó un pabellón de caza o quinta de recreo en torno a 1405. Esta finca fue ampliada posteriormente por Enrique IV, levantado un castillo. Con el cambio de dinastía, el emperador Carlos V, primer rey Austria de España, decidió transformar la residencia y convertirla en un palacio, germen del Real Sitio, encargándose Felipe II de su decoración. La famosa “Venus del Pardo”, de Tziano, se exponía en él, estando hoy en el Museo del Louvre de París.

Palacio de El Pardo en tiempos de los Austrias. Fuente: Patrimonio Nacional

Con la llegada al trono del primer Borbón, Felipe V, comenzaron las obras de remodelación del palacio, que lo convirtieron en residencia invernal de la Corte, aproximadamente desde la Epifanía hasta Semana Santa. Fue con Carlos III cuando este Real Sitio adquirió su verdadera importancia, encargando a Sabatini su remodelación y construyendo la Casita del Príncipe para el heredero de la corona.

Palacio del Real Sitio de El Pardo. Fuente: Patrimonio Nacional

Cabe destacar que Alfonso XII falleció en el palacio del Real Sitio de El Pardo, siendo su sucesor, Alfonso XIII, el último monarca en residir en este lugar. Durante la dictadura franquista, El Pardo fue residencia del dictador y su familia, aunque la restauración de la democracia le dotó de su uso actual: servir de residencia a jefes de Estado extranjeros. A pesar de ello, se puede visitar y disfrutar de su entorno, al estar enclavado en plena naturaleza.

Real Sitio de Aranjuez

El antecedente del Real Sitio de Aranjuez se encuentra en la Casa Maestral de la Orden de Santiago, incorporada a la Corona en tiempo de los Reyes Católicos, cuando el cargo de Maestre quedó integrado como uno de los títulos de la Monarquía, tomando el puesto Fernando El Católico en 1489 y, con él, también esta propiedad situada en la naciente Aranjuez.

Detalle del palacio que Felipe II construyó en Aranjuez

La sencilla casa de la Orden de Santiago estaba rodeada de huertas y jardines. Se trataba de todo un oasis en mitad de un paisaje seco, enclavado en mitad de la vega del río Tajo a 50 kilómetros de Madrid. En este entorno se fijó precisamente Carlos V, que creó el Real Bosque, mientras que su sucesor, Felipe II, levantó un palacio que sentó las bases del actual. Felipe V ordenó ampliarlo en 1715, finalizando las obras Carlos III, aunque durante el transcurso cabe destacar la ordenanza de Fernando VI, que autorizó el libre establecimiento de personas en Aranjuez, dando lugar al nacimiento de la ciudad anexa al propio palacio, al Real Sitio.

El Real Sitio de Aranjuez fue la residencia temporal de la Corona durante los meses primaverales desde tiempos de Felipe II. Los canales del Tajo sirvieron a la familia real para disfrutar de la navegación en ricas falúas, hoy expuesta en un museo creado específicamente para su exhibición. Alfonso XII fue el último monarca en residir en Aranjuez, destacando que la primera llamada de teléfono realizada en España fue entre el palacio y Madrid, entre el monarca y su futura esposa, María de las Mercedes de Orleans.

Real Sitio de El Escorial

El Real Sitio de El Escorial fue una obra completamente nueva emprendida por Felipe II. Su origen se encuentra en el monasterio al que da nombre, la construcción más importante emprendida por el Rey Prudente y el símbolo cultural y patrimonial de su reinado, con el que quiso conmemorar la victoria española sobre los franceses en la Batalla de San Quintín.

Panorámica de El Escorial. Fuente: Patrimonio Nacional

Aunque el enclave no cuenta con antecedentes medievales, sí conviene destacar que muy cerca de él se encuentra la Casa-Fuerte El Campillo, un pabellón de caza de tiempos de los Trastámara por el que parece que pasó la propia reina Isabel La Católica y que quedó integrada al Real Sitio tras decidir Felipe II levantar en esta zona el monasterio, sirviendo de finca agrícola de explotación para el cenobio y palacio.

Interior del palacio de los Austrias del Monasterio de El Escorial. Fuente: Patrimonio Nacional

El Escorial dejó de ser una pequeña aldea de la Sierra de Guadarrama y dependiente de Segovia, para convertirse a partir de 1563 en una villa de realengo. En este Real Sitio disfrutaba la familia real desde tiempos de los Austrias del otoño. Los Borbones también dejaron su huella en este portentoso complejo, destacando también la construcción de la Casita del Príncipe por Juan de Villanueva en el siglo XVIII. Fernando VII, que nació aquí el 14 de octubre de 1784, fue el último rey que se alojó en él. A pesar de ello, sigue estando completamente ligado a la Corona de España, ya que dentro del monasterio está el panteón real.

Real Sitio de La Granja de San Ildefonso

La Casa del Bosque en la que Enrique IV cazaba fue reformada por Felipe II en la década de 1550, dando lugar al Palacio de Valsaín, en el que la Corte disfrutaba del otoño y la caza. Tras su incendio a finales del siglo XVII, Felipe V, lejos de reconstruirlo, decidió levantar un nuevo complejo a 11km: La Granja de San Ildefonso, el pequeño Versalles español que supuso la consolidación definitiva de los Reales Sitios de España.

Fachada del palacio del Real Sitio de San Ildefonso

La Granja de San Ildefonso fue el gran proyecto personal de Felipe V. De hecho, en su colegiata se encuentra enterrado, huyendo de la frialdad de El Escorial. El Real Sitio de San Ildefonso es el único situado fuera de Madrid, pero también el que mayor valor paisajístico presenta. De las 14.000 hectáreas, el 80% se correspondían con bosques. Fue en este enclave donde la familia real disfrutaba de los meses de verano, tradición que mantuvieron hasta el siglo XX, con Alfonso XIII. De hecho, Juan de Borbón, el padre de Juan Carlos I, nació en el palacio el 20 de junio de 1913.

Fuentes monumentales del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso

Uno de los principales atractivos del Real Sitio de San Ildefonso son los jardines y fuentes monumentales que complementan al palacio real. El establecimiento de la Real Fábrica de Cristales en tiempos de los Borbones dio un impulso económico a la población que se asentó en los alrededores del recinto palatino, un pueblo que todavía hoy sigue vivo y en donde los restaurantes que sirven el famoso judión complementan al turismo histórico y cultural.

Visita los Reales Sitios de España

Actualmente, los Reales Sitios han perdido la función primitiva con la que nacieron, es decir, ya no alojan a la Familia Real española. Sin embargo, siguen estando al servicio de la Corona y el Estado para actividades institucionales, alternándolas con las visitas turísticas y culturales.

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Los Reales Sitios son enclaves patrimoniales únicos que destacan por encima de otros espacios de España, gracias a las características arquitectónicas, artísticas y paisajísticas con las que cuentan. De hecho, El Escorial y Aranjuez están declarado Patrimonio de la Humanidad. No obstante, la gran mayoría acuden hasta todos ellos buscando las huellas históricas y los secretos cortesanos que todavía susurran sus muros y jardines.

Los Reales Sitios son una excursión imprescindible se visita Madrid

Reyes, reinas y sus Cortes pasearon por todos estos Reales Sitios durante siglos. Ahora, los visitantes y curiosos son los que disfrutan de sus palacios, sus jardines, sus fuentes y los paisajes que se vislumbran desde ellos, respirando el aire puro de Guadarrama, el Pardo o la vega el río Tajo. Cuando se visita Madrid, hay que acercarse hasta todos ellos o, al menos, hasta alguno. Sin duda, recorrer estos enclaves hace que te sientas un #turistaenmipaís.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

GARCÍA HERNÁNDEZ, M., MÍNGUEZ GARCÍA, M. C. (2005). Funcionalidad turística de los Reales Sitios de España: problemas y perspectivas. Eria (66), pp. 71-84. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1281984.pdf

URTEAGA, L. (2014). Los planos de los Sitios Reales españoles formados por la Junta General de Estadística (1861­ 1869). Script Nova (482), pp. 463-499. Recuperado de: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-482.htm

La huella de Felipe II: los monumentos del Rey Prudente más allá de El Escorial

Felipe II nació el 21 de mayo de 1527 en el Palacio Pimentel de Valladolid. Hijo, nieto, sobrino y padre de reyes, pasó a la historia como el «Rey Prudente». En 1556, tras la abdicación de su padre, el emperador Carlos V, comenzaron sus 42 años de reinado sobre Las Españas. Alabado por unos, calumniado por otros que se suman a la leyenda negra que acompaña desde hace siglos al monarca, no cabe duda que Felipe II es uno de los reyes más universales de la historia, y su huella todavía está presente en diversos puntos de su geografía.

Felipe II retratado por Sofonisba Anguissola. Fuente: Museo Nacional del Prado

Aunque en su imperio nunca se ponía el sol, pasó la mayor parte de su vida en España, donde auspició la construcción de imponentes monumentos que van mucho más allá del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, su obra más reconocida y la Octava Maravilla del mundo. Segovia, Aranjuez,Ávila o Madrid son otros puntos de España en los que también podemos contemplar la huella patrimonial del Rey Prudente. ¿Vienes a descubrirlos?

PALACIO DE VALSAÍN (SEGOVIA)

Cuatro años después de subir al trono, Felipe II emprendió la construcción del Palacio de Valsaín, en Segovia, sobre la Casa del Bosque de los monarcas medievales de la Casa de Trastámara que servía de pabellón de caza. El Rey Prudente levantó un complejo de estilo flamenco motivado por la arquitectura que había contemplado en su Felicissimo Viaje por los Países Bajos.

El resultado fue un verdadero Real Sitio en el que la Corte disfrutaba del otoño, con la tranquilidad de los bosques y jardines que lo rodeaban. En 1682, el palacio se incendió y cayó en la ruina, ya que los Borbones no se interesaron por su reconstrucción, prefiriendo Felipe V establecer un nuevo complejo, La Granja de San Ildefonso. Tras años de deterioro, solo queda una torre en pie, el único recuerdo de este impresionante complejo, cuya maqueta se expone en el Centro Nacional de Educación Ambiental de Valsaín.

MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO DE GUISANDO (ÁVILA)

El Monasterio de San Jerónimo de Guisando (El Tiemblo, Ávila) fue uno de uno de los primeros cenobios jerónimos construidos en España, ya que su fundación data de 1375. Al igual que otros complejos regidos por esta orden religiosa, estuvo muy ligado a los Trastámara, quienes lo visitaron en varias ocasiones, y a ellos le siguieron los Austrias, entre ellos Felipe II.

En 1546, se produjo un incendio en el Monasterio de San Jerónimo de Guisando que motivó que Felipe II promoviera su reconstrucción, aprovechando las obras para ampliar su espacio. De hecho, algunas fuentes comentan que el Rey Prudente llegó incluso a valorar este enclave para levantar el proyecto que luego construyó en El Escorial, ya que se alojó en el cenobio en varias ocasiones. Hoy sobrevive al olvido, después de que fuera víctima de la desamortización, aunque sus ruinas y jardines han sido rehabilitados. Está declarado Bien de Interés Cultural y Paraje Pintoresco.

PALACIO REAL DE ARANJUEZ (COMUNIDAD DE MADRID)

El origen del Palacio Real de Aranjuez se encuentra en la Casa Maestral de la Orden de Santiago de Aranjuez. El título de Maestre fue incorporado a la Corona en tiempos de los Reyes Católicos, siendo ratificada la decisión en 1523 por el Papa Adriano en 1523, y con esta decisión la casa también pasó a ser propiedad del patrimonio real.

Carlos V dio los primeros pasos para convertir Aranjuez en un Real Sitio, y su deseo se vio cumplido con su hijo, Felipe II, que convirtió la histórica Casa Maestral de la Orden de Santiago en un magnífico palacio a partir de 1565 que la Corte disfrutaba en los meses primaverales. Juan Bautista de Toledo o Juan de Herrera fueron algunos de los arquitectos que intervinieron. El proyecto fue finalizado por Felipe IV, aunque las reformas de los Borbones fueron las que le dieron el aspecto que contemplamos hoy en día. A pesar de ello, la huella del Rey Prudente todavía se aprecia en este Real Sitio.

MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO EL REAL (MADRID)

En tiempos de Enrique IV de Castilla, fue construido cerca del Manzanares un cenobio regido por los jerónimos. Sin embargo, debido a la insalubridad del lugar, los monjes solicitaron permiso a los Reyes Católicos para trasladarse a otro punto más céntrico de la villa, levantando un complejo de estilo gótico isabelino del que todavía hoy se conserva la iglesia, a pesar de las reformas sufridas.

En 1561, Felipe II ordenó construir el anexo Cuarto Real al Monasterio de San Jerónimo de Madrid, desde donde el Rey podía seguir la misa que se estaba celebrando en la iglesia, algo que repitió posteriormente en sus aposentos de El Escorial. Esta construcción del Rey Prudente fue el germen del futuro Palacio del Buen Retiro, construido por Felipe IV, y cuyos jardines son la mayor herencia.

PLAZA MAYOR DE VALLADOLID

Tras un incendio, la Plaza Mayor de Valladolid fue reconstruida en 1561 con la supervisión de Felipe II, que dotó a su ciudad natal de la primera plaza mayor regular de España, cerrada y con soportales. El modelo fue tomado como ejemplo para otras del país, como la de Madrid. A lo largo de los siglos, la Plaza Mayor de la capital del Pisuerga ha cambiado su fisionomía, pero sigue manteniendo el espíritu de ser el centro neurálgico y social de la ciudad.

MONASTERIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL

Para conmemorar la victoria española en la Batalla de San Quintín, Felipe II levantó el Monasterio de San Lorenzo, en El Escorial, entre 1563 y 1584. El complejo incluía el cenobio, un palacio, biblioteca y también una cripta o panteón real, donde reunió a sus familiares más cercanos.

Felipe II quiso con El Escorial «elevar un palacio para Dios y una choza para el Rey». Sin embargo, este proyecto, el más importante de su reinado y que dio lugar a la creación del Real Sitio en el que la Familia Real española disfrutó del otoño hasta el reinado de Fernando VII, se convirtió también en la Octava Maravilla del Mundo, la obra cumbre del estilo herreriano y en Patrimonio de la Humanidad.

CONVENTO DE LA HOZ (SEGOVIA)

El Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, conocido como Convento de la Hoz, es un cenobio situado en las Hoces del Duratón que fue regentado por la Orden de San Francisco y cuya fundación se remonta al siglo XIII, encontrando la primera referencia en 1231. La reina Isabel La Católica era muy devota de la advocación del convento y visitó en varias ocasiones el cenobio.

«El católico Felipe II, Rey de Las Españas, vino aquí año 1565 y dio limosna para esta plazuela y para toda la obra nueva de esta casa» reza una inscripción que recuerda la huella del Rey Prudente en el ruinoso convento segoviano, que terminó las obras emprendidas por su bisabuela Isabel tras un derrumbe producido por una tormenta, ampliando algunas estancias más. Este convento trata de sucumbir al olvido en una hoz del río Duratón desde el siglo XIX en que fue desamortizado.

ALCÁZAR DE SEGOVIA

En 1570, Felipe II se casó con Ana de Austria en el Alcázar de Segovia, donde disfrutaron en unos días de descanso. Meses antes, ordenó reformas para acondicionar la fortaleza. No obstante, las obras prosiguieron en 1578. Al Rey Prudente se le deben los tejados de pizarra y chapiteles, que dotaron a la fortaleza medieval de un estilo uy europeo, el patio de armas y las estatuas del Salón de Reyes en las que reunió a todos sus antecesores.

FELIPE II EN LA VILLA DE MADRID

Felipe II instaló la capital del Reino en Madrid en 1561. En 1580, reforma la Plaza del Arrabal para convertirla en Plaza Mayor, contratando para ello a su arquitecto de cabecera, Juan de Herrera. Estas obras son antecedente de la remodelación realizada por su hijo Felipe III y que dotaron a este punto del que observamos hoy en día.

En época de Felipe II, se construyó también en Madrid la Casa de las Siete Chimeneas, hoy sede del Ministerio de Cultura. Se trata de un edificio histórico del Barrio de Chueca en el que vivió Elena, supuesta amante del Rey Prudente y cuyo fantasma dicen que todavía vaga por él.

CASTILLO DE SIMANCAS (VALLADOLID)

En 1540, Carlos V había fundado el Archivo de Simancas y lo instala en una torre del castillo del que recibe su nombre. Felipe II ordenó su reforma a Juan Herrera entre 1578 y 1592, para que todo el edificio fuera ocupado por el archivo, siendo de esta época el aspecto que presenta actualmente. Se trata de uno de los archivos en activo más antiguos de Europa, estando declarado Memoria del Mundo por la UNESCO.

CATEDRAL DE VALLADOLID

Al final de su reinado, Felipe II consiguió que la Santa Sede elevase a su Valladolid natal a rango de diócesis, para contar con catedral propia. El monarca no vio terminado el que se proyectó por Juan de Herrera como mayor templo de la Cristiandad, pero ni él ni nadie: está inconclusa al 45%. A pesar de que popularmente se dice que no se acabó porque el Rey Prudente se llevó los fondos para construir El Escorial, el monasterio de la Sierra de Guadarrama ya estaba acabado para entonces.

La huella de Felipe II se encuentra presente en muchos puntos de España, de aquella España en la que hoy en día sí que se pone el sol pero que es rica en patrimonio cultural en forma de grandes monumentos, como los que hoy hemos descubierto. Los amantes de la historia tienen la oportunidad perfecta de reencontrarse con ella realizando esta ruta turística que sigue la herencia patrimonial del Rey Prudente y que, como hemos visto, abarca mucho más que el Monasterio de El Escorial. Sin duda, este itinerario te hará sentir un verdadero #turistaenmipaís.

J.

El Convento de San Francisco, la joya del patrimonio desaparecido de Valladolid

«Nunca se insistirá suficientemente en resaltar las lamentables consecuencias que para el patrimonio artístico y para la reconstrucción de nuestro pasado cultural tuvo la Desamortización». Con estas palabras, María Antonia Fernández del Hoyo expresaba en su artículo El Convento de San Francisco de Valladolid. Nuevos datos para su historia el daño que causó este proceso socioeconómico del siglo XIX al patrimonio cultural español, concretamente el eclesiástico. Monasterios, iglesias y conventos aglutinaron a lo largo de los siglos importantes obras de arte en su interior, sin olvidar, en la mayoría de los casos, al propio inmueble, que era un tesoro artístico más digno de admirar o contemplar.

Detalle de la fachada del Convento de San Francisco de Valladolid en un dibujo realizado por Ventura Pérez para ilustrar la Historia de Valladolid de Antolínez de Burgos. Fuente: Wikimedia

No ocurría así con el Convento de San Francisco de Valladolid, uno de los complejos monacales más importantes de España, que se convirtió en la cabeza de la Provincia franciscana de la Inmaculada en Castilla y cuya fábrica, completamente desaparecida en 1837, destacaba más por las joyas de su interior que por el esqueleto pétreo que las custodiaba. De esas históricas piedras apenas queda rastro alguno, mientras que sus bienes, los que pudieron salvarse, están dispersos. A pesar de los intentos recientes del Ayuntamiento de Valladolid por hallar las huellas y cimientos de este cenobio, un interés que ha traspasado fronteras y ha llegado a Irlanda o Estados Unidos, ya que la principal razón es encontrar los restos de un ilustre personaje de la historia irlandesa en él enterrado, Red Hugh O’Donnell, nunca se podrá contar de nuevo en la ciudad con un complejo de estas características.

Historia del Convento de San Francisco de Valladolid

Los primeros cimientos del Convento de San Francisco de Valladolid no se encuentran ni en la Plaza Mayor ni en ninguna de las actuales calles que ocupaban el solar que dejó este magnífico complejo monacal tras su demolición a partir de 1837. Hay que acudir hasta la zona de Río de Olmos, situada a un cuarto de legua de Valladolid, para encontrar el antecedente de este convento, en lo que hoy en día sería el espacio comprendido entre el río Pisuerga y el Paseo Zorrilla. Parece que este primitivo cenobio franciscano, construido con materiales muy sencillos pero que llegó a contar con las instalaciones propias asociadas a un monasterio, se levantó sobre un solar cedido por la reina Berenguela y que contó con la supervisión del propio santo, que lo visitó cuando pasó por Simancas.

Las reinas de Castilla y el Convento de San Francisco

En 1254, los franciscanos obtuvieron permiso para trasladarse a la zona urbana de Valladolid, algo que también estaba ocurriendo en el resto de Europa. Además, los frailes se quejaron a los propios reyes del momento, Alfonso X y su consorte, Violante de Aragón, de la insalubridad del lugar. Precisamente, gracias al auspicio y donación de esta reina, obtuvieron un solar en el que edificaron su nuevo complejo, junto a la plaza del mercado, actual Plaza Mayor, y también financiación para iniciar la construcción.

Alfonso X de Castilla y la reina Violante de Aragón. Fuente: Archivo Histórico Nacional

Fue otra reina la que, un siglo después, también protegió el convento vallisoletano, María de Molina, que cedió algunos terrenos para ampliar el recinto. Precisamente, esta soberana castellana falleció entre los muros franciscanos de Valladolid el 1 de julio de 1321. Por otra parte, la sociedad vallisoletana también apoyó el levantamiento de esta nueva casa franciscana, sobre todo los más pudientes, que llegaron a tener capillas propias que les servían de panteones funerarios, en concreto, y antes de ser demolido en el siglo XIX, el Convento de San Francisco de Valladolid contaba 33 capillas.

Personajes enterrados en San Francisco de Valladolid

Con el paso de los siglos que fue construyendo un monasterio de dimensiones portentosas que llegó a contar con iglesia, capillas, dependencias, claustros, patios, jardines, huerta u hospital, así como espacios reservados y cedidos para la administración de la ciudad. Tal era la importancia del Convento de San Francisco de Valladolid que, incluso, Cristóbal Colón fue enterrado en él tras su fallecimiento en esta misma ciudad el 20 de mayo de 1506, en la Capilla de las Maravillas, aunque sus restos se trasladaron posteriormente, estando hoy en día en la Catedral de Sevilla.

Red Hugh O’Donnell, héroe irlandés enterrado en el Convento de San Francisco de Valladolid. Fuente: El Norte de Castilla

Otro personaje ilustre sepultado en esta capilla fue Red Hugh O’Donnell, héroe irlandés que se enfrentó a la Reina Isabel I de Inglaterra y que murió en Simancas en 1602. Sus restos comenzaron a buscarse en mayo de 2020, con el apoyo del Ayuntamiento de Valladolid. Estas excavaciones arqueológicas son las que han vuelto a poner de actualidad al Convento de San Francisco, traspasando el interés las propias fronteras de la ciudad y de España, ya que medios irlandeses o el propio período The New York Times se hicieron eco del proyecto de recuperación emprendido por el gobierno local. Sin embargo, aunque se encontraron los cimientos y estos restos, nada hará posible que volvamos a tener entre nosotros al Convento de San Francisco de Valladolid, a pesar de que se haya puesto de manifiesto la importancia de revalorización patrimonial a través de este proyecto arqueológico.

La desaparición de San Francisco de Valladolid

A pesar de esta importancia histórica, son escasas las fuentes documentales que se conservan sobre este monasterio, destacando el Manuscrito de fray Matías de Sobremonte (1660), la principal de todas y en la que se describe cómo era el convento. Su fábrica gótica inicial se fue ampliando siguiendo los gustos de cada época, pero no llegó a superar a su riqueza interior.

Fachada del Convento de San Francisco en «Fiestas en la Plaza Mayor de Valladolid», de Felipe Gil de Mena, ca. 1656

El siglo XIX, como le ocurrió a otras edificaciones similares en España, supuso el ocaso del Convento de San Francisco. Durante la Guerra de Independencia, y con José I Bonaparte en el trono, se decretó el 16 de agosto de 1809 la supresión de las órdenes religiosas y la transmisión de la propiedad de los bienes de los monasterios y conventos a la nación, lo que también afectó a los franciscanos de Valladolid. Parte del edificio procedió a ser vendido para construir viviendas, comenzando su desaparición.

Aunque la restauración de Fernando VII en el trono permitió el retorno de los frailes en 1814, no durarían demasiado en su convento, puesto que en 1836 lo abandonaron para siempre. El 6 de agosto de ese año, la Desamortización afectó al Convento de San Francisco, que salió a subasta pública por 4.520.060 reales 17 maravedíes. Nadie lo adquirió, por lo que el Estado decidió su demolición, que comenzó el 1 de febrero de 1837, poniendo fin a la historia del que fue uno de los complejos monacales más grandes de todo el país y también con más historia. En 1847, Pedro Ochotorena compró el inmenso solar y urbanizó toda esta zona, que cambió radicalmente y para siempre el casco histórico de Valladolid, encontrando en ella algunas de las principales calles y edificios del centro de la ciudad, como el Teatro Zorrilla

Extensión y ubicación del Convento de San Francisco de Valladolid en el plano actual de la ciudad

El tesoro artístico de San Francisco de Valladolid

Como hemos comentado, el Convento de San Francisco llegó a tener 33 capillas que fueron construidas, en su mayoría, por familias nobles y pudientes que invirtieron grandes sumas en decorarlas. Juan de Juni o Gregorio Fernández son algunos de los genios y maestros que dejaron su huella en muchas de ellas. «El entierro de Cristo», considerada la obra maestra de Juan de Juni y expuesta actualmente en el Museo Nacional de Escultura, fue encargada para la capilla funeraria del obispo de Mondoñedo del mismo Convento de San Francisco de Valladolid. De este escultor de origen francés, también se conserva en este museo y procedente del mismo convento una maravillosa talla de San Antonio de Padua.

«El Entierro de Cristo», Juan de Juni, ca. 1507. Fuente: Museo Nacional de Escultura

Lo mismo ocurre con el retablo de la Piedad y la talla de la Quinta Angustia, obra de Gregorio Fernández para la Capilla de la Soledad, fundada por Pablo de la Vega, y hoy titular de la Cofradía de la Piedad que recibe culto en la Iglesia de San Martín, también en Valladolid. Precisamente, el retablo mayor de la iglesia conventual presidió desde 1622 la primera Inmaculada que Gregorio Fernández talló de todas las de la serie realizada. Sin embargo, esta es una de las muchas piezas del Convento de San Francisco que se encuentra en paradero desconocido. De este escultor, en cambio, sí se conserva en el Museo Nacional de Escultura la talla de San Diego, que presidía la capilla a la que daba nombre.

«La Quinta Angustia», Gregorio Fernández, ca. 1627

La sillería del coro del convento, ejecutado por Pedro de Sierra, se encuentra en el coro alto de la Capilla del Colegio de San Gregorio, y también de este escultor se salvó una talla de una Inmaculada Concepción que también se encontraba en este espacio y que, actualmente, se puede contemplar en el Museo Nacional de Escultura. Cabe destacar también que Isidro de Villoldo intervino en la capilla funeraria del doctor Fernando Arias, realizando un relieve que muestra a los santos Cosme y Damián, patronos de la medicina, y que también conserva el citado museo. En lo que a arte funerario se refiere, la Catedral de Valladolid acogió las efigies sepulcrales de la familia Venero-Leyva, junto con la talla de Santa Catalina de Francisco del Rincón.

Sillería del coro del Convento de San Francisco. Fuente: Museo Nacional de Escultura

Patrimonio reaparecido

El Convento de San Francisco de Valladolid, de no haber sido víctima de una guillotina cuyo filo desamortizador destrozó por completo el patrimonio cultural de villas, pueblos y ciudades, sería, a día de hoy, uno de los monumentos más importantes de la capital del Pisuerga, cuyo casco histórico no sería como lo contemplamos hoy. Sus visitantes se adentrarían en él para disfrutar de un paseo ya no solo por la historia de la ciudad, sino también por la de España en su conjunto, cruzando una puerta a tiempos pretéritos que solo los cimientos que quedaron tratan de recordar.

Acera de San Francisco de la Plaza Mayor de Valladolid

Sin lugar a dudas, este complejo hoy desaparecido habría podido hacer sombra a otros tantos edificios de la ciudad, como el Colegio de San Gregorio, la Iglesia de San Pablo o la de La Antigua, pero solamente queda su recuerdo con una placa instalada por el Ayuntamiento en el V centenario de la muerte de Cristóbal Colón, con el nombre popular que se da a la Acera de Recoletos de la Plaza Mayor y con las joyas artísticas dispersas por iglesias y museos que ojalá algún día puedan volver a ser, al menos por un tiempo y en formato exposición, una familia unida que se sienta orgullosa del lugar al que perteneció. Qué irónico que casi 200 años después de decretar su demolición, las administraciones hayan desarrollado un proyecto arqueológico para rescatar las huellas arquitectónicas de la joya del patrimonio desaparecido de Valladolid que hoy hemos convertido en #PatrimonioReaparecido en este artículo, que también puedes leer en formato hilo en nuestra cuenta de Twitter.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ROJO ALIQUE, F. J. (2002). El proceso de fundación del Convento de San Francisco de Valladolid (h. 1220-1275). Hispania Sacra (54), pp. 555-603. Recuperado de: http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/view/182/180

ROJO ALIQUE, F. J (2006). El convento de San Francisco de Valladolid en la Edad Media (h. 1220-1518). Vida en el convento y proyección social. Archivo Ibero-Americano (65), pp. 413-594. Recuperado de: https://www.academia.edu/6177392/El_convento_de_San_Francisco_de_Valladolid_en_la_Edad_Media_I_Fundaci%C3%B3n_y_Reforma

SANGRADOR, M. (1851-1854). Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid, desde su más remota antigüedad hasta la muerte de Fernando VII. Valladolid: Imprenta de D. M. Aparicio.