Después de 380 años, Felipe II siguió los pasos de su antepasado Alfonso VIII de Castilla cuando fundó El Escorial, no solo como un monasterio ligado a la Corona, sino también como un panteón en el que reunir a su familia y sus descendientes para la eternidad. La diferencia entre el rey Prudente y el de las Navas de Tolosa es que el primero lo consiguió, mientras que el deseo del monarca medieval y su esposa, Leonor de Plantagenet, se quedó precisamente en una mera intención que no llegó a materializarse, tal y como habían planteado. El Monasterio de Santa María de las Huelgas, en Burgos, es uno de los refugios de la historia, el arte y el patrimonio que se mantienen intactos al paso de los siglos, un lugar en el que poder reencontrarse con las verdaderas raíces del Reino de Castilla. ¿Vienes a descubrirlo?
Origen e historia de las Huelgas Reales de Burgos
El lugar en el que se levanta actualmente el Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos parece que estuvo ocupado por un primitivo palacio ligado a la monarquía medieval castellana. La construcción de este cenobio cisterciense femenino se inició alrededor de 1180, bajo el auspicio de Alfonso VIII de Castilla, conocido como “El de las Navas”, y Leonor de Plantagenet, pero la carta fundacional fue expedida por el monarca el 1 de junio de 1187. Su intención era convertirlo en cabeza femenina de la Orden del Císter en Castilla, lo que, sin duda, provocó reticencias entre otros monasterios que habían sido fundados con anterioridad.

Destacó la presión que ejercieron las abadías de Santa María de la Consolación de Perales (1160), Gradefes (1168) y Cañas (1169), quienes no aceptaban gustosamente prestar obediencia a un nuevo monasterio, teniendo en cuenta que ya estaban subordinados al Monasterio de Tulebras, en Navarra, que había sido fundado en 1157 y es la primera comunidad femenina cisterciense fundada en los reinos españoles. A pesar de estos problemas, Alfonso VIII logró su propósito. En 1199, las Huelgas Reales de Burgos quedaron integradas definitivamente en la Orden del Císter y pasaron a convertirse en la matriz cisterciense femenina de Castilla, gracias a la intervención del abad de Cîteaux, monasterio francés en el que había nacido esta orden religiosa y que, todavía hoy, es su sede central.
En un primer momento, este monasterio tuvo la advocación de Santa María de Regla, y no se le conocerá como Huelgas Reales o del Rey hasta 1231, cuando es nombrado de este modo en una carta de venta. Chronicon Mundi, de Lucas de Tuy, y las Cantigas, de Alfonso X, también harán mención del cenobio burgalés con el nombre de Huelgas, cuya denominación hace referencia a un lugar dedicado al descanso o recreo, lo que puede estar en relación con ese primitivo palacio que parece que existió en este emplazamiento antes de levantar el complejo monacal. Sobre el apellido de Reales, se debe a que se trata de una fundación real.
Las Huelgas Reales, centro de poder religioso
El interés por establecer un centro de poder religioso en torno a un nuevo monasterio se debió a la reina Leonor de Plantagenet. La consorte de Alfonso VIII quería fundar una abadía en la que las mujeres fueran las que ejercieran el control, en vez de los hombres. Su propósito fue alcanzado, ya que desde su fundación y hasta el siglo XIX, la abadesa de las Huelgas Reales de Burgos únicamente recibía órdenes del mismo Papa. A pesar de que entre sus funciones no se encontraban decir misa, confesar o dar la comunión, sí que era la que decidía qué sacerdotes podían ejercer todo ello.

El Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, con su abadesa al frente, era dueño de un señorío territorial muy amplio, compuesto por villas, tierras o molinos, y con un estatus jurídico muy particular dado por los monarcas castellanos y que fue ratificado por la propia Santa Sede. Cabe destacar que los servidores de las Huelgas Reales tenían dispensa para evitar el pago de portazgo (impuesto sobre derechos de tránsito), estaban eximidos del pago de diezmos por lo que cultivaban, había libertad para el ingreso de monjas, el obispo de Burgos no podía intervenir en el proceso de elección de la abadesa, y era esta última la que precisamente elegía a las abadesas de los monasterios que dependían de las Huelgas Reales. Todos estos privilegios acabaron en el siglo XIX, cuando Pío IX los suprimió.
María Ana de Austria, abadesa de las Huelgas Reales
Sobrina y prima de reyes, y nieta de Carlos V, María Ana de Austria y Mendoza era la hija de Juan José de Austria, el conocido como héroe de Lepanto e hijo ilegítimo del citado emperador. Por orden de su tío, Felipe II, fue enclaustrada en un convento de Madrigal de las Altas Torres, concretamente en el de Nuestra Señora de Gracia, cenobio construido sobre el Palacio de Juan II en el que nació Isabel La Católic. Fue en esta localidad de Ávila donde María Ana de Austria se cruzó con Gabriel de Espinosa, popularmente conocido como “pastelero de Madrigal”. Se trata de un embaucador que engañó a la joven haciéndose pasar por Sebastián I de Portugal, rey que había desaparecido en una batalla al norte de Marruecos. María Ana de Austria, que no estaba de acuerdo con la decisión de su tío, se imaginó coronada reina de Portugal, por lo que acabó cayendo en las redes de este farsante que fue ejecutado por sus mentiras en 1595.

El 8 de agosto de 1611, María Ana de Austria fue nombrada abadesa perpetua del Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos por Felipe III. Durante su ministerio, se emprendieron nuevas reformas en el complejo, en el cual yace su cuerpo sepultado, siendo el último miembro de la Monarquía hispánica en ser enterrada en esta histórica abadía.
Las Huelgas Reales de Burgos como panteón real
El motivo de construir el Monasterio de las Huelgas Reales no se limitó solo a la perspectiva religiosa, ya que el deseo de Alfonso VIII era convertir este complejo monacal en el símbolo político de Castilla, estableciendo en él un panteón real para su familia y descendientes, así como servir a los intereses de la Corona y la nobleza. Sin embargo, el proyecto apenas superó su generación y la de sus sucesores, Enrique I y la reina Berenguela I, puesto que, salvo en puntuales ocasiones, la monarquía castellana no volvió a hacer uso de este cementerio real. A pesar de ello, en la nave de la iglesia hay cerca de 30 cuerpos reales sepultados, destacando los de los reyes fundadores, así como el de Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X. Cabe destacar también que en el atrio de la iglesia hay enterrados caballeros que lucharon en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212).

¿Por qué las Huelgas Reales no se convirtieron en ese gran panteón de reyes? En 1230, se produjo la unión de los reinos de Castilla y de León en la figura de Fernando III El Santo, nieto del de las Navas de Tolosa. El gran proyecto funerario de las Huelgas Reales burgalesas quedó apartado, ya que el nuevo monarca posiblemente consideró que no era adecuado utilizar un panteón históricamente ligado a la cronología castellana, que no a la de León, al igual que no se decantó por los panteones relacionados con los monarcas leoneses, decidiendo que Sevilla, cuya conquista fue la gran empresa de su reinado y símbolo de la unión de los dos reinos que había heredado, sería el lugar perfecto para su descanso eterno. Con esta decisión, el proyecto de Alfonso VIII de reunir en su panteón a todos los que estarían llamados a sucederle se esfumó. 380 años después, Felipe II lo conseguiría con El Escorial.
Qué ver en las Huelgas Reales de Burgos
La visita al Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos permite hacer un viaje por ocho siglos de historia, descubriendo una de las abadías que más poder han tenido en toda Europa. Cuando los turistas llegan hasta el recinto, se encuentran con un conjunto que presenta un estilo fortificado y robusto. La arquitectura propia de la Orden del Císter se distingue por la sencillez, aunque siempre hay una excepción que confirma la regla, y en las Huelgas Reales burgalesas la encontramos.

El arte románico predomina en todo el complejo, aunque también hay cabida para un incipiente gótico en algunas de sus estancias o incluso renacentista. Del mismo modo, en este histórico rincón de Castilla hay presencia del gusto mudéjar y almohade, algo que sorprende gratamente a los visitantes.
Iglesia del monasterio
La iglesia monacal, de incipientes trazas góticas, ya demuestra el poderío del lugar, al contar con tres naves, cuando la tradición responde a que debería haber contado con una sola. Algunos estudios recogen que la propia reina Leonor trajo a un maestro francés de la región de Anjou para diseñar este impresionante espacio. Los sepulcros reales se encuentran repartidos por toda la iglesia, aunque los de los reyes fundadores ocupan el lugar más destacado, siendo una obra de arte funerario gótico sublime.

Las Claustrillas de las Huelgas Reales
Las Claustrillas es uno de los puntos que más llaman la atención de los visitantes del Monasterio de las Huelgas Reales, y recibe este nombre para diferenciarlo del otro gran claustro del recinto, el de San Fernando, construido por el propio rey y de estilo gótico con una ampliación y reforma superior del siglo XVII. Alfonso VIII vio terminado Las Claustrillas, un claustro de estilo románico que bien podría hacerle sombra al de Silos, también en la provincia de Burgos, por la belleza pétrea que presenta.

Las Claustrillas es considerado el espacio conservado más antiguo de todo el monasterio y desde aquí se accede precisamente a dos de las capillas más importantes del conjunto monacal: la Asunción, de estilo mudéjar y que sirvió de iglesia primitiva de la abadía, y Santiago, del gusto almohade y, según algunos estudios, el lugar en el que se desarrollaba la ceremonia de armar caballeros.
Sala capitular
La sala capitular es el centro neurálgico del Monasterio de las Huelgas Reales. Su arquitectura gótica sobrecoge y sorprende, ya que se aleja del estilo románico y destaca por la luminosidad y amplitud. En este espacio, se pueden contemplar varios retratos reales, destacando el de la abadesa María Ana de Austria, así como el conocido como Pendón de las Navas, tomado por Alfonso VIII de Castilla al Muhammad ben Yaqub.

Las Huelgas Reales de Burgos es una de las visitas imprescindibles en las provincia de Burgos y fundamenta también para conocer la historia del Reino de Castilla. Este complejo por el que han pasado reyes, reinas, príncipes o infantas, siempre custodiado por las monjas con su poderosa abadesa al mando, es hoy en día un punto de peregrinación también para todos los que se quieren sentir un #turistaenmipaís.
J.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ABELLA VILLAR, P. (2015). Patronazgo regio castellano y vida monástica femenina: morfogénesis arquitectónica y organización funcional del monasterio cisterciense de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos (ca. 1187-1350) [tesis doctoral]. Universitat de Girona. Recuperado de: http://hdl.handle.net/10803/392161
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