El Real Monasterio de la Encarnación, una visita imprescindible en el Madrid de los Austrias

Los Austrias o Habsburgo rigieron el destino de España durante 145 años, desde el 12 de abril de 1555 en el que falleció Juana I, última reina de los Trastámara, hasta el 1 de noviembre de 1700, cuando la muerte sin descendencia de Carlos II puso en el trono a Felipe de Anjou, el V de su nombre y el primero de la Casa Borbón que continúa reinando en el país. Durante ese siglo y medio, diferentes monarcas ostentaron la Corona de Las Españas. Mayores o menores, todos ellos dejaron una huella en el patrimonio cultural español que todavía hoy se puede apreciar en muchos puntos de la geografía.

En Madrid, una de las zonas turísticas más concurridas por los turistas que visitan la capital de España es la de los Austrias. Gracias a ellos, la villa se convirtió en Corte y centro de todos sus dominios, dejando una herencia patrimonial que se puede apreciar en muchos monumentos de la ciudad. Uno de ellos es precisamente el protagonista de este artículo, el Real Monasterio de la Encarnación. Fue fundado por la reina Margarita de Austria, consorte de Felipe III, quien lo inauguró el 2 de julio de 1616, cuando comenzó una historia que todavía hoy se sigue escribiendo. ¿Vienes a descubrir los secretos de este madrileño cenobio?

Historia del Monasterio de la Encarnación de Madrid

Uno de los hechos más trascendentales del siglo XVII fue el motivo por el cual se llevó a cabo la fundación del Real Monasterio de la Encarnación. La expulsión de los moriscos se produjo al comienzo del reinado de Felipe III, siendo también una de las medidas más controvertidas de todo su gobierno. En un momento en el que la monarquía hispánica se definía por su catolicismo más extremo, este acontecimiento fue celebrado precisamente con la constitución de un nuevo cenobio en la Corte, en Madrid. En 1611, se emprendía la construcción de este complejo religioso en la muy noble y muy leal villa que tenía por advocación la Encarnación de la Virgen María.

Retrato ecuestre de Felipe III. Fuente: Museo Nacional del Prado

Margarita de Austria, reina fundadora

Margarita de Austria fue la reina y consorte de Felipe III, con quien llegó a tener ocho hijos, aunque no todos llegaron a la edad adulta. Los historiadores coinciden en que era una mujer profundamente religiosa, defensora del dogma del Catolicismo y abanderada del espíritu de la Contrarreforma. Además, también tuvo un papel muy activo en la vida política de la época, llegando a enfrentarse al propio valido del rey, el famoso Duque de Lerma. Precisamente, debido a él se trasladó la capitalidad del reino de Las Españas de Madrid a Valladolid entre 1601 y 1606.

Retrato de Margarita de Austria. Fuente: Museo Nacional del Prado

Fue precisamente en Valladolid donde la reina Margarita de Austria, desposada con su primo segundo y monarca español en 1599, entró en contacto con la comunidad de agustinas descalzas, quedando impresionada con su instituto. Tras prometer que si sucedía la feliz noticia de la expulsión de los moriscos de Las Españas levantaría un convento dedicado al Misterio de la Encarnación, mandó venir a Madrid desde Valladolid el 20 de enero de 1611 a cuatro monjas de esta orden para que dieran paso a la fundación del nuevo monasterio, siendo la Madre Mariana de San José la primera priora.

La construcción del monasterio

El 10 de junio de 1611, se colocó la primera piedra del Real Monasterio de la Encarnación. Madrid se vistió de gala, ya que la Familia Real al completo acudió al acto, que contó con la presencia del Cardenal Bernardo de Sandoval. La propia reina Margarita había escogido al arquitecto que debía encargarse del proyecto, decantándose por fray Alberto de la Madre de Dios. Sobre la ubicación del edificio, se decantó por unos terrenos que la Corona compró a los Marqueses de Pozas, junto al Real Alcázar y el Colegio de Doña María de Aragón, fundado en 1590 y actualmente parte del Palacio del Senado.

Fachada de la iglesia del Monasterio de la Encarnación de Madrid. Fuente: Alfa y Omega

Mientras se construía el monasterio, las monjas que lo iban a regentar y llegadas desde Valladolid residieron en el Real Monasterio de Santa Isabel, que había sido fundado en 1595 por Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II. Las obras finalizaron en 1616, pero su fundadora no pudo ver terminado su gran proyecto arquitectónico, ya que falleció en el palacio del Monasterio de El Escorial el 3 de octubre de 1611 tras complicaciones en el parto de su último hijo.

El 28 de junio de 1616 se consagró el altar mayor y unos días más tarde, concretamente el 2 de julio, coincidiendo con la festividad de la advocación del monasterio, la Encarnación, las monjas tomaron posesión del cenobio y se celebró la gran fiesta de inauguración. Siempre fue un monasterio muy vinculado a la Familia Real, destacando que su cercanía con el Alcázar y posteriormente el Palacio Real permitieron acoger también funerales solemnes de la Familia Real entre los siglos XVII y XVIII.

El pasadizo de la Encarnación

Una de las grandes curiosidades de la construcción del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid fue la unión del complejo monacal directamente con el antiguo Real Alcázar, que se situaba en el mismo lugar que actualmente ocupa el Palacio Real. A través de un pasadizo, los reyes podían acudir directamente hasta el cercano cenobio. Sin embargo, no era un simple lugar de paso, ya que en tiempos de Felipe IV sus paredes llegaron a estar vestidas con obras de Velázquez.

Monasterio de la Encarnación de Madrid. Fuente: Patrimonio Nacional

El incendio que destruyó el Real Alcázar en la Nochebuena de 1734 también afectó al pasadizo de la Encarnación, provocando que ya no estuviera conectado con el futuro Palacio Real. Felipe V utilizó este espacio para ubicar en él la Real Biblioteca que había fundado o incluso acogió reuniones durante más de treinta años de la Real Academia de la Historia. No obstante, la remodelación de la actual Plaza de Oriente, llevada a cabo en el brevísimo reinado de José Bonaparte, puso fin a la historia de este curioso secreto del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Precisamente, en una verja de la entrada el rey francés se encontró con un gato muerto y la siguiente inscripción: Rey tuerto, como no líes el hato, muy pronto te verás como este gato. Con ello, se demostraba el inmenso cariño que los madrileños sentía por su impuesto monarca.

Declive del monasterio

El gran sueño de la reina Margarita de Austria permaneció prácticamente intacto hasta finales del siglo XIX. Los procesos de desamortización eclesiástica también afectaron a esta impresionante fundación real, teniendo que abandonar las monjas su clausura en 1842. Parte del complejo fue demolido, conservando solo la iglesia, el claustro y parte de las habitaciones. Sin embargo, cinco años más tarde sus primitivas moradoras regresaron a su monasterio, llevando a cabo una reconstrucción de lo perdido, aunque sin recuperar el esplendor del siglo XVII. En la década de 1960, fue abierto al público, perteneciendo actualmente a la red de palacios, jardines y monasterios de Patrimonio Nacional.

Visita el Monasterio de la Encarnación

Una vez descubierta la historia que hay detrás de este importante monasterio, es momento de descubrir todo lo que espera a los visitantes cuando se decanten por organizar una visita a su interior. Lo primero con lo que se encuentran es la fachada de la iglesia, una auténtica joya de la arquitectura barroca madrileña cuyo austero diseño, únicamente roto por los dos escudos reales de la reina fundadora y la Anunciación que preside la escena, sirvió de inspiración a otras iglesias construidas en la Castilla de aquel momento.

Interior del Real Monasterio de la Encarnación. Fuente: Patrimonio Nacional

Patrimonio Nacional lleva a cabo una visita por las estancias más importantes del Monasterio de la Encarnación. Destacan especialmente las diversas obras de arte que el visitante se va encontrando a su paso, tanto de pintura como de escultura. En este último caso, sobresalen las dos magníficas piezas de Gregorio Fernández, un Yacente y un Cristo Atado a la Columna. Del mismo modo, durante las diversas salas se pueden contemplar retratos de varios miembros de la Casa de Austria, protagonistas y eternos protectores de este complejo.

Relicario del Real Monasterio de la Encarnación. Fuente: Patrimonio Nacional

El espacio más interesante de todos es el Relicario. Muchos turistas se acercan única y exclusivamente a contemplar este rincón del Monasterio de la Encarnación. Conserva más de 700 piezas religiosas de santos o mártires. Cabe destacar la ampolla de la sangre de San Pataleón, que milagrosamente se licua cada 27 de julio, volviendo posteriormente a su estado sólido que conserva el resto del año.

Conjunto Histórico del Palacio Real de Madrid

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Sin duda, descubrir la historia del Real Monasterio de la Encarnación es realizar un paseo también por el pasado del conjunto del país, al ser un monasterio que marcó el paso de los años durante el reinado de los Austrias Menores. La visita a este complejo, que comienza en la portería reglar que hace las veces de puerta del tiempo, te hará sentir un verdadero #turistaenmipaís. Si quieres conocer más secretos y curiosidades de este monasterio, así como del resto de sitios reales cercanos a él, no lo dudes y reserva tu plaza en el free tour Conjunto Histórico del Palacio Real.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BIBLIOTECA NACIONAL (2020). De pasadizo a palacio: El pasadizo de la Encarnación [archivo PDF]. Recuperado de: http://www.bne.es/export/sites/BNWEB1/es/Micrositios/Exposiciones/PasadizoPalacio/resources/docs/PasadizoEncarnacion.pdf

BUSTAMANTE GARCÍA, A. (1975). Los artífices del Real Convento de la Encarnación, de Madrid. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA (40-41), pp. 369-388. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2701322.pdf

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