El Barroco español adquirió una deuda eterna con Gregorio Fernández. Este genio de origen gallego es uno de los mayores escultores de la Historia del Arte. Su creatividad, su imaginación, sus manos o su técnica han dejado una importante huella en diversos rincones del país, ya que la realeza, la nobleza y, por supuesto, la Iglesia reclamaron su talento para adornar retablos, capillas, hornacinas y altares. Sin embargo, de todas las ciudades españolas que cuentan con ejemplos de este maestro de la escultura, Valladolid es la que aglutina la mayor parte de su majestuosa obra.
Gregorio Fernández llegó a la ciudad del Pisuerga en 1600, con tan solo 24 años. Entró a trabajar en el taller de Francisco del Rincón, otra de las grandes figuras de la imaginería castellana al que se le debe obras como el maravilloso Cristo de los Carboneros, custodiado en la vallisoletana Iglesia Penitencial de Las Angustias. Sin embargo, el gallego pronto abrió su propio taller y el pupilo superó al tutor, hasta el punto de llegar a instruir al hijo de del Rincón. Valladolid acogió a Gregorio Fernández y allí desarrolló su carrera hasta el fin de sus días, concretamente el 22 de enero de 1636 en que se escuchó el último latido de su corazón.

Representaciones de la Piedad, crucificados, yacentes, santos o Inmaculadas conforman el inventario escultórico de Gregorio Fernández. No obstante, los pasos procesionales son los que más interés suscitan entre quienes los contemplan, sobre todo porque la mayoría mantiene la función que motivaron su creación: dar testimonio de fe en las calles de Valladolid. Mucho debe su Semana Santa a Gregorio Fernández, ya que su obra ha permitido, en gran medida, que sea una de las más importantes de España, estando declarada de Interés Turísticos Internacional. Sin embargo, desde las iglesias hasta el Museo Nacional de Escultura, la herencia de este genio de la imaginería religiosa se puede contemplar durante todo el año en Valladolid. ¿Te vienes a descubrir sus 10 mejores obras en la ciudad?
Iglesia Penitencial de la Vera Cruz
El Señor Atado a la Columna (1619)
En 1619, la Cofradía de la Santa Vera Cruz encarga a Gregorio Fernández la que hoy en día está considerada como una de sus creaciones más sobresalientes: el Señor Atado a la Columna. De hecho, se llega a apuntar que esta escultura de madera policromada es una de las piezas más espectaculares de toda la imaginería española en su conjunto. El escultor gallego creó un prototipo que sería repetido posteriormente por él mismo y otros artistas del resto de España. El realismo con el que representa el sufrimiento de Cristo sobrecoge a devotos y turistas que contemplan todavía hoy esta impresionante talla en una de las capillas de la Iglesia Penitencial de la Vera Cruz, situada al final de la Calle Platerías de Valladolid.

Durante la Semana Santa vallisoletana, el Señor Atado a la Columna de Gregorio Fernández participa en varias procesiones y celebraciones, siendo el momento en el que se puede contemplar en su máximo esplendor. Aunque la talla sigue siendo propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, desde 1930 está cedida a la Hermandad Penitencial de Nuestro Padre Jesús atado a la Columna para que le dé culto. En sus salidas por las calles de Valladolid, es posible apreciar los detalles que rodean esta magna obra, como las heridas de la espalda causadas por los azotes, conseguidas con un postizo de corcho. A pesar de que la efigie estaría rodeada en el momento de su creación por sayones y otras figuras, a día de hoy procesiona sola.

El Descendimiento (1623)
Obra magna por excelencia de Gregorio Fernández y uno de los ejemplos más destacados de la escultura barroca en España, el paso de El Descendimiento es una joya del arte que nadie puede perderse cuando se visita Valladolid. El conjunto se encuentra custodiado en la Iglesia Penitencial de la Vera Cruz, cuya cofradía, que lo encargó en 1623, es la propietaria del paso. No obstante, es alumbrado cada Semana Santa por la Cofradía del Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte, fundada en 1939.

La escena del Descendimiento puede presumir de ser la única de todo Valladolid que se sigue presentando de la misma forma en que dispuso Gregorio Fernández. Consta de 7 esculturas, con el eje central de Cristo muerto siendo descolgado de la cruz, cuyo expresivo rostro se consiguió con marcados detalles, como sus ojos entreabiertos de cristal. José de Arimatea y Nicodemus sujetan el cuerpo, mientras María Magdalena, Juan Evangelista y la Virgen María contemplan la escena al pie de la cruz. El séptimo personaje es un sayón, caracterizado con facciones más rudas para diferenciarlo del resto de personajes. Sin duda, una gran muestra con la que dar testimonio de fe por las calles de Valladolid y con la que cautivarse por el realismo que transmite.
La Dolorosa de la Vera Cruz (1623)
Dentro del conjunto procesional de El Descendimiento, la talla de la Virgen María a los pies de la Cruz suscitó una importante devoción entre los vecinos de la ciudad de Valladolid. Es por ello que, en 1757, se decidió separar la imagen que había tallado el propio Gregorio Fernández en 1623 para configurarla como un paso independiente de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, el cual cerraba sus desfiles procesionales, como así continúa haciendo siglos después. Pedro Sedano fue el encargado de llevar a cabo la réplica de la Dolorosa de la Vera Cruz para que el paso del Descendimiento no quedase desnudo sin la presencia de la Virgen al pie del madero.

La Dolorosa de la Vera Cruz, siendo esta la advocación que se le dio desde mediados del siglo XVIII, fue entronizada en la hornacina del retablo mayor de la Iglesia Penitencial de la Vera Cruz, relevando al Cristo del Humilladero, su primitivo ocupante. Es allí donde se puede contemplar la que muchos consideran otra de las grandes obras maestras de Gregorio Fernández, por la expresividad y majestuosidad con la que talló esta imagen devocional. En 2023, la Dolorosa, cuya devoción en Valladolid continúa hoy siendo muy destacada, será coronada canónicamente, coincidiendo con el IV Centenario de su hechura.
Convento de Santa Teresa
Inmaculada Concepción (1623)
En Andalucía, la representación de la Inmaculada Concepción estaba muy extendida. Sin embargo, Gregorio Fernández se quiso sumar al movimiento y crear su propio modelo para la Escuela Castellana, el cual repitió en innumerables ocasiones, así como también sus discípulos y seguidores. Son muchas las tallas que realizó de la Purísima, estando repartidas por diversos rincones del norte y centro de la geografía española, tanto de forma independiente como integradas en retablos. Sin embargo, la del vallisoletano Convento de la Concepción o Santa Teresa es una de las más majestuosas y perfectas de todas las que salieron del taller de Gregorio Fernández. Fue ejecutada en 1623 y preside el retablo mayor de la iglesia, estando complementada con corona y resplandor o aureola dorada rodeando su cuerpo.

El prototipo de Inmaculada Concepción de Gregorio Fernández rompe completamente con el modelo andaluz, presentando una imagen mucho más simbólico e idílica que natural. El escultor gallego nos presenta una Virgen en su etapa adolescente que aún no ha llegado a la edad adulta, de cabellos largos y sueltos, con raya en medio. Sus facciones jóvenes transmiten dulzura, al igual que su mirada inocente, mientras que sus manos quedan juntas al pecho en señal de oración. La túnica o manto suele ser de tonos vivos y azulados, color que representa el dogma de la Purísima. La base es lo que más varía, decantándose por la media Luna en algunas ocasiones, o por un trío de ángeles en otra.
Museo Nacional de Escultura
Paso de La Sexta Angustia o La Piedad (1616)
En 1616, la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias encargó a Gregorio Fernández un paso que representase el Descendimiento de Cristo, que acabó siendo el conjunto de La Sexta Angustia. Fue uno de los conjuntos procesionales más monumentales de la historia de la Semana Santa de Valladolid, estando compuesto por cinco esculturas: los dos ladrones (Dimas y Gestas), La Piedad, San Juan Evangelista y María Magdalena. Salvo estas dos últimas tallas, que todavía pertenecen al patrimonio de la Cofradía mencionada, las restantes fueron incautadas en 1842 para ser depositadas en el actual Museo Nacional de Escultura, donde presiden la sala dedicada a su escultor. En 1924, salió el conjunto al completo en procesión por última vez.

El paso de La Sexta Angustia se encontraba ubicado en la capilla situada enfrente de la dedicada a la Virgen de las Angustias en la Iglesia Penitencial de la misma Cofradía. La Virgen María se encuentra al pie de la cruz, sosteniendo en brazos el cuerpo de su hijo muerto, que reposa sobre una estructura rocosa, con un naturalismo exuberante. Con esta obra, Gregorio Fernández marcó el inicio de su prototipo de La Piedad, repetido posteriormente, tanto por él como por sus seguidores, de tal forma que es posible encontrar tallas muy similares a esta en diversos puntos tanto de dentro como de fuera de Castilla y León.

Como curiosidad sobre este paso, Gregorio Fernández representó la cara del Duque de Lerma en Dimas, el buen ladrón, ya que el noble no le pagaba una deuda. Las imágenes de San Juan Evangelista y María Magdalena se encuentran a ambos lados del camarín de la Virgen de las Angustias, y cada Semana Santa participan en la Procesión de Regla de la Cofradía junto a la cruz desnuda y dos copias de los ladrones que se conservan en el Museo Nacional de Escultura, las cuales son propiedad de la Cofradía de las Siete Palabras, cedidas para el efecto. Los vallisoletanos esperan poder volver a contemplar a La Piedad en su conjunto alguna vez en la calle de nuevo.
Santa Teresa de Jesús (ca. 1625)
A Gregorio Fernández también se le debe la imagen de Santa Teresa de Jesús que hoy en día todos tenemos en mente cuando pensamos en ella. Esta monja nacida en Ávila y fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos fue también mística y escritora, habiendo sido proclamada Doctora de la Iglesia y Patrona de España. En 1614, fue beatificada por el Papa Pablo V, produciéndose su canonización tan solo ocho años más tarde, junto a otros santos españoles. Cuando fue elevada a tal dignidad, las representaciones escultóricas de Santa Teresa de Jesús comenzaron a proliferar y ocupar altares y hornacinas en diversas iglesias españolas.

La talla que fue encargada por fray Juan de Orbea, del Convento del Carmen Calzado de Valladolid, al maestro Gregorio Fernández, del que era amigo, marcaría el modelo con el que se representaría a Santa Teresa de Jesús: como una escritora, con su pluma y libro, que recibe inspiración divina. Fue repetido por el propio genio y otros artistas desde entonces. El cenobio carmelita en el que se ubicaba la talla es hoy parte del patrimonio desaparecido de Valladolid, destacando que en él fue enterrado el propio Gregorio Fernández, cuyos restos se perdieron durante el derribo en el siglo XX. Santa Teresa de Jesús, por su parte, se expone hoy en el Museo Nacional de Escultura.
El Bautismo de Cristo (1624-1629)
Muchos historiadores del arte han considerado, y lo siguen haciendo, que el Bautismo de Cristo es una de las obras más sublimes que ejecutó Gregorio Fernández, a pesar de que no llegue a ser tan conocida como sí lo son sus pasos procesionales. Se trata de un relieve policromado que realizó para el Convento de Nuestra Señora del Consuelo de Carmelitas Descalzos, actual Santuario del Carmen Extramuros, en su etapa de madurez, concretamente entre 1624-1629. El encargo, realizado Antonio de Camporredondo y Río, Caballero de la Orden de Santiago, tenía la finalidad de ocupar el cuerpo del retablo de la Capilla de San Juan Bautista, que continúa en poder del Santuario. Por su parte, la desamortización afectó a la escena principal, exhibida hoy en día en el Museo Nacional de Escultura.

Tanto Cristo como Juan Bautista presentan una actitud natural, a la par que elegante, estando situados en un primer plano, compartiendo absoluto protagonismo, mientras que el paisaje del río Jordán aparece en segunda posición. El conjunto es una verdadera exaltación del bautismo, uno de los sacramentos más importantes de la Iglesia Católica, por lo que su factura está en consonancia con el espíritu de la Contrarreforma. Nadie que pase por el Museo Nacional de Escultura puede dejar de admirar esta fantástica obra de Gregorio Fernández.
Iglesia de San Martín
La Quinta Angustia (ca. 1627)
Dentro de la serie de La Piedad que realizó Gregorio Fernández, tampoco se puede pasar por alto la talla de La Quinta Angustia. A pesar de que hoy en día es una de las principales obras que protagonizan la Semana Santa de Valladolid, siendo la Cofradía de La Piedad, cuyo origen histórico se remonta al siglo XVI, la que se encarga de alumbrar este paso, no fue concebida como conjunto procesional, como así otros anteriores que hemos descubierto. Fue encargada por Francisco de Cárdenas como altorrelieve de un retablo de la Capilla de la Soledad, en el desaparecido Convento de San Francisco, en el centro de la ciudad.

Tras la demolición del citado convento, la talla de La Quinta Angustia pasó a la Iglesia de San Martín, en cuya Capilla de San Ildefonso recibe hoy en día culto. Desde 1927, forma parte de las procesiones de Valladolid, en gran parte como consecuencia que La Piedad o Sexta Angustia había dejado de procesionar, supliendo de este modo su hueco. Cabe destacar que esta obra ejecutada por Gregorio Fernández participó en el Vía Crucis de la JMJ Madrid 2011, presidido por el Papa Benedicto XVI, y en 2027 será coronada canónicamente, coincidiendo con los 400 años de su hechura.
Real Iglesia de San Miguel y San Julián
Cristo Yacente (1630)
Si por algo ha pasado a ocupar un lugar destacado en la Historia del Arte y en la imaginería religiosa Gregorio Fernández ha sido, precisamente, por el importante número de tallas que representan a Cristo Yacente que llegó a ejecutar. No era un tema novedosa entre las representaciones religiosas, pues ya otros escultores previos, como Gaspar Becerra, habían realizado espectaculares esculturas, pero el genio de origen gallego aportó y creó un nuevo prototipo. Dotó a los quince yacentes que se atribuyen a sus manos y que salieron de su taller de Valladolid de un realismo, patetismo y crudeza únicos e irrepetibles, dignos del barroco más profundo y auténtico.

De las diferentes tallas de Cristo Yacente que podemos encontrar repartidas por diferentes puntos de España, Valladolid es la ciudad que mayor número atesora. Sin embargo, el de la Real Iglesia de San Miguel y San Julián es considerado el más perfecto de toda la serie, incluso por encima del famoso Cristo del Pardo, en Madrid. El situado en el citado templo vallisoletano, fue ejecutado en torno a 1630, siendo el único que fue tallado íntegramente, de ahí que se cubra con un paño de pureza y repose sobre un sudario. Es portado en procesión durante Semana Santa, alumbrado por la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
Capilla del Palacio de Santa Cruz
Cristo de la Luz (1630)
«La perla de Gregorio Fernández«: así es como han llegado a definir los expertos en arte la magnífica escultura del Cristo de la Luz. Desde la década de los años cuarenta del siglo XX, la Hermandad Universitaria alumbra una de las obras maestras del escultor de origen gallego. La talla, de madera policromada, fue ejecutada en su etapa final, en torno a 1630. Se desconoce la fecha exacta porque son pocas las fuentes históricas que se conservan de su origen.

El Cristo de la Luz fue encargado para el Monasterio de San Benito el Real, siendo colocado en la Capilla de los Daza. Sin embargo, se vio afectado por los procesos de desamortización eclesiástica, pasando a los fondos del actual Museo Nacional de Escultura. No obstante, se encuentra en depósito en la Universidad de Valladolid, estando expuesto en la Capilla del Palacio de Santa Cruz, donde recibe culto y desde donde «La Perla de Gregorio Fernández» parte en procesión a ritmo de gaita cada mañana de Jueves Santo. El coro universitario le dedica un «Gaudeamus igitur» durante el cortejo.
El recorrido que hemos planteado por diferentes iglesias de Valladolid, así como por su Museo Nacional de Escultura, permite descubrir las mejores obras de Gregorio Fernández, aunque son una mera muestra de la importante herencia que legó a la ciudad del Pisuerga y, especialmente, a sus cofradías penitenciales. Nuestros amigos de Arte en Valladolid y DMVS PVCELAE, con unos excelentes contenidos en sus respectivas webs, nos ayudan a conocer mucho más en profundidad el legado de Gregorio Fernández. Sin embargo, nada mejor que planificar una visita a Valladolid y contemplarlo en primera persona, un lugar al que siempre queremos volver porque nos hace sentir unos auténticos #turistaenmipaís, descubriendo siempre nuevos y apasionantes secretos.
J.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ÁNGELES GONZÁLEZ, M. (s. f.). Paso de La Sexta Angustia. Red Digital de Colecciones de Museos de España. Recuperado de: http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=5690&inventary=A28conjunto&table=FMUS&museum=MNEV
ÁNGELES GONZÁLEZ, M. (s. f.). Santa Teresa de Jesús. Red Digital de Colecciones de Museos de España. Recuperado de: http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=1934&inventary=CE0509&table=FMUS&museum=MNEV
HERNÁNDEZ REDONDO, J. I. (s. f.) Cristo de la Luz. Museo Nacional de Escultura. Recuperado de: http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?Museo=MNEV&txtSimpleSearch=Cristo%20de%20la%20Luz&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=MNEV|&MuseumsRolSearch=15&listaMuseos=[Museo%20Nacional%20de%20Escultura]
POLO HERRADOR, M. A. (s. f.). Bautismo de Cristo. Red Digital de Colecciones de Museos de España. Recuperado de: http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=1931&inventary=CE0504&table=FMUS&museum=MNEV
URREA FERNÁNDEZ, J. (1973). En torno a Gregorio Fernández. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA (39), pp. 245-260. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2701446.pdf
5 comentarios sobre “Las 10 mejores obras de Gregorio Fernández en Valladolid: un recorrido por sus museos e iglesias”