Una Virgen románica del siglo XII abrazada por multitud de leyendas que explican su origen y milagros es motivo de existencia de uno de los centros de peregrinación más importantes de la meseta castellana. Situado en la localidad de Cuéllar, y ejerciendo de verdadero límite entre las provincias de Segovia y Valladolid, el Santuario de Nuestra Señora de El Henar es punto de paso para creyentes, pero también para amantes de la historia, el arte y, por supuesto, la naturaleza, dado el entorno bucólico de pinares que lo rodean y de los que se extrae la resina, cuyos trabajadores tienen por patrona precisamente a esta misma Virgen.
A lo largo de los siglos, la humanidad siempre ha buscado refugio en fuerzas sagradas superiores para tratar de poner fin a sus dificultades, algo que, todavía hoy, parte de la sociedad continúa haciendo. Es así como, precisamente, Nuestra Señora de El Henar se convirtió a finales del siglo XVII y principios del XVIII en la esperanza de su comunidad de influencia, la de Villa y Tierra de Cuéllar, de quien es también patrona. Sequías, inundaciones o epidemias eran motivo para rogar a su Virgen que les protegiera de cuantos males pudieran sucederles. Este aumento de la devoción también se reflejó en lo material, con el paso de una humilde ermita a un majestuoso santuario en el que se integró también un monasterio, llegando a contar hasta con colegio de teología propio, hoy sin actividad.
La románica Virgen de El Henar
Gregorio Baza de Haro, autor de la primera historia que se narró sobre la Virgen de El Henar a finales del siglo XVII y cura de Otero, impulsó la leyenda del origen sagrado de la imagen que ya existía entre la población que siempre la había venerado. Según relata, fue traída desde Antioquía por San Jeroteo, primer obispo de Segovia que fue discípulo de San Pablo y vivió en el siglo I. Sin embargo, la talla de Nuestra Señora de El Henar está datada del siglo XII, siendo románica y con toques de estilo bizantino, como así se aprecia en el niño que sostiene en sus brazos, que representa a Cristo en actitud de pantocrátor.

Sobre la efigie, nada más contemplarla se aprecia que sus facciones no son perfectas, dado la época en que fue tallada, pero eso es lo que la convierte precisamente en una joya del arte románico. Está sentada sobre un trono sin respaldo, ya que su propio cuerpo lo ejerce, presentándose de forma majestuosa ante quien la venera u observa. En el siglo XVIII, sufrió modificaciones como consecuencia de la moda que se implementó de vestir a las vírgenes con ricas sayas y mantos, por lo que llegó a ser, incluso, mutilada, algo que también sufrieron otras imágenes religiosas, como la madrileña Virgen de la Almudena.
No obstante, hoy en día la Virgen de El Henar se presenta ante sus devotos como quienes la veneraron antes de la centuria XVIII, gracias a las restauraciones a las que fue sometida con motivo de su coronación canónica, acontecida en 1972. Actualmente, la talla se puede contemplar completamente sin que ropas la cubran ni escondan su riqueza artística, con la excepción de las coronas que portan la Virgen y el niño, así como el manto que normalmente luce por la espalda. De este modo, se observa sin ningún problema el tono moreno de la efigie, motivo por el cual es conocida como “Morenita de Castilla”.
La leyenda de El Henar
Retomando la leyenda sobre el origen milagroso de la Virgen de El Henar, y tal y como hemos narrado anteriormente, fue traída en el siglo I por el primer obispo de Segovia para ser venerada en una pequeña aldea perteneciente a Cuéllar. Sin embargo, la conquista árabe de la península Ibérica a partir del año 711 motivó que fuera enterrada para evitar su profanación en un lugar indicado por San Frutos, San Valentín y Santa Engracia, junto a un cirio encendido.

En 1580, un pastor manco del municipio de Viloria del Henar presenció la aparición de la Virgen, quien le descubrió que su imagen estaba oculta bajo unas losas y le encomendó la construcción de una ermita en su honor que con el tiempo se hiciera más grande. Para que el pueblo le creyera, le devolvió el brazo que faltaba, siendo este el primer milagro atribuido a Nuestra Señora de El Henar.
La verdadera historia de El Henar
La leyenda de El Henar, que fue obra de Juan Rodrigo, párroco de Cogeces del Monte en el siglo XVII, se cae por su propio peso al estudiar las fuentes históricas. Se sabe que en 1247 ya existía una aldea por nombre Santa María de El Henar que pagaba diezmos al obispado de Segovia y que en 1430 había una ermita en estado ruinoso, año en que sus libros litúrgicos fueron adquiridos por el Hospital de la Magdalena, lo que delata que en esa pequeña capilla se darían misas y tendría culto, posiblemente ante la talla de la Virgen que toma el nombre de dicha pequeña población.

En 1587, tras un conflicto entre el Obispo de Segovia y el cura de Viloria del Henar, el obispado decidió hacerse cargo de la ermita. El auge de devoción motivó que entre 1642-1644 se construyera un nuevo templo, concretamente el cuerpo de la primera mitad del actual. En 1695, Gregorio Baza de Otero deja constancia de la celebración de la romería de septiembre, hoy en día mantenida y que tiene lugar el domingo anterior a San Mateo. Tal y como describe en sus escritos, miles de personas peregrinaban desde diferentes puntos de los Reinos españoles para venerar a la Virgen de El Henar, a la que se le atribuían milagros, así como a sus aguas de la Fuente del Cirio.
En el siglo XVIII se produjo una explosión de devoción en torno a la Virgen de El Henar. El Libro de Cuenta del santuario contabilizó en 1734 que hasta 186 pueblos de Castilla se acercaron a venerar a la Virgen en su romería, algunos provenientes incluso de Madrid o La Rioja, años en los que se reunían hasta 30.000 personas que encargaban misas por sus intenciones, hasta 7.500 algunos años. Ese mismo siglo, se publicó en Madrid a través del párroco de Frumales y administrador del santuario una novena dedicada a Santa María de El Henar.

Aunque el origen de la devoción era meramente popular, dado que el santuario se encuentra situado en una región puramente agraria, cabe destacar que la nobleza y burguesía también regaló su devoción a la Virgen de El Henar. Además, la propia reina Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, primer Borbón que reinó en España, visitó el santuario en 1759. A ello se une que el ajuar de la Virgen conserva un manto donado por Carlos III, lo que demuestra de nuevo el interés de la realeza por esta advocación.
El número de devotos que se reunían anualmente en El Henar permitió que a mediados del siglo XVIII, alrededor de 1754, se decidiera ampliar la iglesia. Fue el momento en el que se construyó la fábrica actual que se observa, levantando el crucero, el camarín de la Virgen, sala de exvotos, sacristía y la capilla del campo, ubicada en la Fuente del Cirio. Sobresale el gusto barroco del templo, el retablo neoclásico o las pinturas al fresco del valenciano José Micot. En 1799, se levantó también un convento, el cual sigue en activo a día de hoy, habiendo sido regido por padres carmelitas descalzos hasta 2020, cuando abandonaron el santuario en favor de las hermanas carmelitas samaritanas. El claustro es de estilo neoclásico, ejecutado por Manuel Cachorro.

En el siglo XIX, la devoción a la Virgen de El Henar se estancó después de tantas décadas de esplendor. La Guerra de Independencia supuso un duro golpe a comienzos de la centuria, ya que la talla tuvo que ser trasladada a Cuéllar, recorriendo diversas iglesias, estando fuera del santuario entre 1808 y 1814, el cual fue saqueado por los franceses. Aunque la Virgen regresó a su santuario, volvió a salir de él con los enfrentamientos políticos entre 1833-1839. En definitiva, la devoción popular estaba en decadencia, agravándose con las desamortizaciones y movimientos anticlericales de finales de siglo.
En el siglo XX, la situación mejoró y el santuario fue recuperado su esplendor, hasta convertirse en la actualidad en uno de los centros de peregrinación mariana más importantes de Castilla y León. En 1972, Nuestra Señora de El Henar fue coronada canónicamente. Para ello, la patrona de la Villa y Tierra de Cuéllar recorrió y visitó los diferentes pueblos que forman parte de esta histórica región, algo que todavía los habitantes más mayores de estos municipios recuerdan. Su romería de septiembre reúne a cientos de personas que peregrinan desde diversos puntos de la comunidad, quienes disfrutan también del mercadillo que se forma en torno a ella en la pradera del santuario.

Quienes visitan Cuéllar, además de conocer su castillo o sus diversas iglesias de estilo mudéjar, que pueden presumir de ser de las mejores de España en este estilo artístico, tienen que acercarse también hasta El Henar, situado a tan solo 5 kilómetros de la villa. Allí, podrán visitar el santuario, conocer la romántica leyenda de la Virgen que se mezcla con su verdadera historia y disfrutar de un entorno natural perfecto para una jornada de picnic sintiéndose un auténtico #turistaenmipaís.
J.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
VELASCO BAYÓN, B. (2012). La Virgen del Henar y su santuario en la Villa de Cuéllar (Segovia). Advocaciones Marianas de Gloria (XX), pp. 557-572. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4064135.pdf
Los Padres Carmelitas, que durante cerca de cien años han vivido, trabajado, restaurado el Santuario y la vivienda del convento, pertenecen a la ORDEN DEL CARMEN. Dejaron su presencia en dicho lugar el día 30 de junio del año 2020.
Su testimonio y el ser testigos de su amor a María, queda acreditado en su bien hacer y en la atención pastoral a los miles de peregrinos que dan gracias a Dios a través de María.
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