La vista no es el único sentido necesario para disfrutar de un destino turístico. El olfato también es fundamental, especialmente cuando se visita un entorno natural, y la desventaja respecto al primero es que es más complicado llevárselo de recuerdo a casa, como así se hace con una panorámica de ese mismo paisaje tomada con una cámara de fotos. Por ello, es vital recrearse con todas esas sensaciones en el mismo lugar en que se desarrollan, cerrando los ojos para sacarle el máximo partido a todo ese conjunto de emociones. Brihuega, San Felices y Tiedra son tres lugares en los que, con su olor a lavanda impregnando cada rincón, se puede experimentar todo ello, y no es ninguna exageración.

A pesar de que muchos viajeros se acercan hasta Provenza y la Costa Azul francesa para realizar la ruta de la lavanda, un espectáculo natural único en Europa, no hace falta irse tan lejos para contemplar su floración. En España, también contamos con varios lugares en los que es posible pasear entre estos campos de tonos violetas y azules, perfumando durante los meses de julio todo el entorno en el que se encuentran con la explosión de primavera que se vive en pleno verano gracias a sus flores. Perfumes, cremas, geles o jabones son, en muchos casos, el resultado de la lavanda o espliego, pero antes de su cosecha pocos se resisten a contemplar el paisaje que florece en Brihuega, San Felices o Tiedra.
Brihuega, jardín de la Alcarria
Alrededor de 1.000 hectáreas de campos de lavanda rodean Brihuega, una localidad situada en la Alcarria de Guadalajara que dista de poco más de 45 minutos desde Madrid. Hasta este punto de la submeseta sur peregrinan cada mes de julio cientos de turistas que quieren sentir en primera persona el festival de este perfume. Al llegar, una de las primeras preguntas que se hacen todos es por qué hay una plantación de espliego tan espectacular en Castilla-La Mancha.

Hace 30 años, Andrés Corral, un agricultor que tuvo el privilegio de viajar hasta la Provenza francesa y contemplar los campos de lavanda de nuestro país, se percató que su pueblo, Brihuega, también tenía las condiciones para acoger plantaciones de este tipo. En aquellos años, esta localidad de Guadalajara que un día fue sede de la Real Fábrica de Paños y hogar de de agricultores y ganaderos sufría el éxodo rural, pero la iniciativa de Andrés les salvó.

La planta destiladora de la esencia de lavanda que se construyó es hoy en día una de las más importantes del mundo, sacando adelante el 10% de la producción mundial necesaria para hacer, por ejemplo, perfumes, y cuenta con más de 200 agricultores, dando trabajo a toda la comarca. De hecho, cada mes de julio se celebra un festival en torno a la lavanda, que también se ha convertido en un recurso turístico para un pueblo cuyo casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural, destacando tres iglesias del siglo XIII y la Real Fábrica de Paños, ejemplo de la arquitectura industrial del XVIII.
Tiedra, entre trigo y lavanda
La provincia de Valladolid es conocida por sus viñedos, que dan por fruto los maravillosos vinos blanco verdejo de Rueda, los tintos de la Ribera de Duero o los claretes de Cigales. Sin embargo, en las llanuras castellanas también despunta el color de la lavanda, concretamente en Tiedra. Se trata de uno de los pueblos más desconocidos de la región, pero que durante el mes de julio se llena de turistas que quieren pasear entre los campos de espliego situados entre la carretera que une esta localidad y la cercana San Cebrián de Mazote.

En Tiedra se encuentra el único centro de interpretación de la lavanda de toda España. En él se pueden comprar algunos productos elaborados tras las cosechas anuales, pero antes de la recogida los visitantes se trasladan hasta estos campos vallisoletanos como si se fueran hasta la misma Provenza francesa. Los colores contrastan con los tonos dorados del centeno o el trigo, líderes entre los cultivos de la región, como buena zona de secano que es.

Aprovechando la escapada, hay que reservar tiempo también para adentrarse en el interior de la villa. Tiedra está dominada por un castillo del siglo XI, en torno al cual fue creciendo la población que durante décadas sirvió de moneda de cambio de los reyes y gobernantes de la histórica Castilla. Desde su torre del homenaje, a la que se puede subir pagando 2€, siendo una experiencia que merece realmente la pena, se contemplan los campos de secano de la comarca o los campanarios de sus iglesias.
San Felices, la Provenza soriana
Los amantes de los paisajes de lavanda peregrinan también a la provincia de Soria, encontrando refugio en San Felices. Su simpático nombre ya anima de por sí a visitar este rincón de la comarca del Moncayo, pero los campos violetas y morados, mezclados con el azul de su cielo, se han convertido en su principal recurso turístico. La pequeña Provenza soriana, como así se conoce en la zona, hace la competencia a Tiedra y Brihuega, pero en San Felices también son famosos por la trufa, un exquisito condimento para la gastronomía local.

La visita a los campos de lavanda de Tiedra, Brihuega o San Felices demuestra nuevamente la riqueza natural que tiene España y que tanto gusta a los visitantes extranjeros que nos visitan. Sin embargo, y tal y como hemos visto, no hace falta que los españoles se desplacen hasta la Provenza francesa ni la Costa Azul para contemplar la floración del espliego, sino que en nuestro país también tenemos destinos en los que es posible vivir el espectáculo del perfume de la lavanda y que nos hace sentir unos auténticos #turistaenmipaís.
J.
Pero que lugares tan lindos!! Sin duda quiero conocer esos campos de Lavanda !!
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