Cercana al pueblo, seguidora de las fiestas populares y alejada del protocolo afrancesado de la Corte de finales del XVIII. Así es la imagen que transmiten las crónicas de la época de una de las mujeres más legendarias de la historia de España. María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, más conocida simplemente como María Teresa o Cayetana, fue la XIII Duquesa de Alba de Tormes por derecho propio, además de contar con otros cincuenta y cinco títulos nobiliarios más, algunos de ellos con dignidad de Grandeza de España. Aunque son muchos los que puede que no la reconozcan, basta con nombrar a Francisco de Goya para saber de quién hablamos.
El gran artista de la pintura española retrató en varias ocasiones a esta noble, siendo muchos los rumores que siempre han apuntado a un romance entre ambos. Este hecho, junto con el controvertido estilo de vida de la Duquesa, su enfrentamiento con la reina María Luisa de Parma o su sorprendente y revelador testamento, han marcado la leyenda de Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, la Cayetana a la que tanto admiró siempre su homónima de los siglos XX-XXI, quien se encargó personalmente de darle el lugar que le correspondía en la historia de esta familia nobiliaria cuyo árbol genealógico siempre ha crecido al abrigo de la evolución de España.
Cayetana, XIII Duquesa de Alba
Nacida en Madrid en 1762, la infancia de Cayetana estuvo marcada por la repentina muerte de su padre, el Duque de Huéscar, lo que la convirtió en la heredera directa del Ducado de Alba de Tormes, en manos de su abuelo, cuando contaba solamente ocho años. Cinco años más tarde, un 15 de enero de 1775, cuando se cumplían 20 años del fallecimiento de la primera titular femenina de la historia del Ducado de Alba, María Teresa Álvarez de Toledo y Haro, tuvo que apartarse de sus muñecas para convertirse rápidamente en una mujer casada, ya que ese mismo día contrajo matrimonio con su primo, José Álvarez de Toledo, XV Duque de Medina Sidonia, uniendo así las dos casas nobiliarias más importantes de la Corte española desde finales de la Edad Media. La Iglesia de San Luis Obispo, hoy desaparecida y que se encontraba en la Calle Montera, fue el escenario de aquella unión que no tuvo frutos, un hecho que marcaría el devenir de los Alba a la muerte de la titular.

En 1776, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII Duque de Alba, fallece en Madrid, lo que directamente conllevó que Cayetana se convirtiera en la nueva Duquesa por derecho propio con tan solo catorce años. Cabe destacar que su marido, aunque consorte, hizo uso del título de Duque de Alba para presentarse ante la sociedad, al ser esta distinción superior a las suyas propias. Se trataba de un hombre muy tranquilo y sosegado, que destacaba por su educación y cultura, formando parte del círculo personal de Carlos IV, además de pertenecer a la Real Academia de San Fernando por su gusto por el arte.
Una Duquesa envidiada por la misma Reina
La XIII Duquesa de Alba sobresalía entre la aristocracia del momento no solo por su juventud, sino también por su belleza, refinamiento y el exquisito gusto con el que vestía. Todo ello despertó los celos y la envidia de la Gran Dama española, es decir, María Luis de Parma, consorte de Carlos IV. En una ocasión, la Reina reprendió en una recepción a la misma Duquesa por la sencillez con la que vestía, a lo que parece que la aristócrata respondió con lo que hoy en día diríamos un buen zasca aludiendo a la Guerra del Rosellón de 1793-1795 entre Francia y España y al deber de los españoles de controlar los excesos como consecuencia del conflicto. No hay que olvidar tampoco la anécdota popular de que Cayetana llegó a vestir en una ocasión a sus sirvientas con un modelo de vestido que la Reina había encargado a los modistos parisinos, por el simple hecho de ridiculizarla.

Los enfrentamientos entre ambas mujeres forman parte también de la España de finales del siglo XVIII y traspasaron lo cotidiano para adentrarse en las propias alcobas. Son muy sonoros sus romances, ya que ambas llegaron a rivalizar por el corazón de algún que otro varón de la Corte. Juan de Pignatelli, hijo del segundo marido de la madre de la Duquesa, parece que mantenía una relación con la Reina, pero pretendía también a Cayetana. Para despertar su interés, obsequia a la aristócrata con una caja de oro y brillantes que la mismísima María Luisa de Parma le había regalado a él, lo que molestó a la consorte de Carlos IV.
Cayetana, Godoy y la Reina
Manuel Godoy es otro de los nombres que forman parte de la biografía y la leyenda de la XIII Duquesa de Alba. Si por algo se caracterizó la aristócrata es por su aborrecimiento al sentir afrancesado que se había impuesto en la Corte de Carlos IV, quien había accedido al trono en 1788, poco antes del inicio de la Revolución Francesa que puso en jaque a la Monarquía gala, que apuntaba ser eterna. El monarca delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el mencionado Godoy, que algunos señalan como amante de la misma Reina, lo que explicaría el importante poder que acumuló en España y su rápido ascenso.
La rivalidad entre la consorte de Carlos IV y la Duquesa de Alba parece que también se extendió a acaparar la atención de Godoy, que pudo llegar a tener relaciones con la misma Duquesa. Sin embargo, entre contar con el favor de la Reina o con el de la noble, y siendo él quien era, se debió de quedar con María Luisa de Parma. A ello hay que sumar un aspecto que sí que está más que probado. La influencia que ejercía el valido del rey sobre la Corona no era algo que precisamente gustase a la aristocracia del momento, que intentó acabar con el que llegó a ser nombrado Príncipe de la Paz.

Cayetana, titular de uno de los ducados más importantes de España, no fue ajena a estas maquinaciones, por lo que también participó en la campaña contra el valido del rey. Es por ello que, a la muerte de la noble, la sombra del crimen de Estado le persiguió. Han sido muchos los que han apuntado desde el 23 de julio de 1802 en que falleció en el Palacio de Buenavista que el envenenamiento fue la causa de su repentino deceso. Sin embargo, la exhumación de su cadáver en la década de los años 40 del pasado siglo permitió confirmar que murió de una meningitis, poniendo fin a esta truculenta leyenda.
A pesar de todo, el odio de Godoy contra los Alba no finalizó con la muerte de la XIII Duquesa, sino que, incluso, se puede decir que se agravó. El ministro y valido de Carlos IV incautó parte de los bienes de la Casa, destacando el propio Palacio de Buenavista, la residencia de la familia en Madrid y en la que había fallecido Cayetana. Del mismo modo, Carlos IV se hizo con el Palacete de la Moncloa, también propiedad de los Alba, con la finalidad de ampliar el Real Sitio de la Florida, convirtiéndose entonces en Real Sitio de la Moncloa. Es el antecedente del actual inmueble que sirve de sede y residencia del Presidente del Gobierno, al destruirse el original en la Guerra Civil. Del mismo modo, Godoy les expropió obras de arte como la Venus del Espejo, de Velázquez, actualmente en la National Gallery de Londres.
La Duquesa de Goya
No cabe duda que Cayetana rompía los estereotipos propios de la nobleza del momento, lo que se tradujo, sin embargo, en la enemistad con sus contemporáneos, entre ellos la Reina, provocando que haya pasado a la historia como una mujer frívola y dedicada a los excesos y el despilfarro. No obstante, son muchos los que olvidan, por ejemplo, la importante labor de mecenazgo que llevó a cabo, engrandeciendo el patrimonio artístico de su familia y apoyando con ellos a los artistas del momento, como Francisco de Goya.

Goya no solo es el pintor que retrató a la XIII Duquesa de Alba desde 1795, sino también otro de los hombres que forman parte de la biografía de la aristócrata. De hecho, es el más importante de todos, ya que su historia continúa formando parte del rumor y la leyenda. Aunque había sido retratista de cabecera de los Duques de Osuna, no pudo negarse a acudir presto a la llamada de Cayetana, quien se convirtió en su musa. Destaca el retrato que todavía conservan en su poder los Alba, expuesto en el Palacio de Liria, así como el cuadro en que aparece ataviada de viuda y situado en una sala museística de Nueva York.

Aunque mucho se ha dicho y poco se ha demostrado, lo cierto es que entre Cayetana y Goya hubo de haber una relación más allá de la meramente profesional. Ello se aprecia, precisamente, en las pruebas que el artista nos ha legado, los cuadros, donde aparecen numerosos detalles que así lo demuestran. Por ejemplo, en el retrato en el que la Duquesa está con vestido negro, Cayetana es retratada con dos anillos: en uno de ellos está grabado el nombre de su familia, y en el otro el del apellido del pintor, Goya. Lo mismo ocurre con la obra de la Duquesa viuda, que señala al suelo donde se puede leer escrito “Solo Goya”.
El legado de Cayetana
En ocasiones, los hombres de su vida, la leyenda de Goya o sus desavenencias con la Reina María Luisa de Parma acaparan la biografía y el legado de la XIII Duquesa de Alba. Algunos datos de su historia pasan desapercibidos, como su gusto por acudir a las verbenas populares. No hay que olvidar tampoco que, aunque el gran sueño de unir las casas de Alba y Medina Sidonia se truncó ante la muerte de Duque consorte sin haber dejado descendencia, Cayetana adoptó al final de sus días a una niña negra, María de la Luz. Ella fue una de las herederas que aparecían recogidas en su testamento, junto a sus criados y el hijo de Goya.

Precisamente, las últimas voluntades de la XIII Duquesa de Alba eran uno de sus secretos mejor guardados. El fallecimiento de la aristócrata sin un heredero directo conllevaba que hubiera que dilucidar en quién iba a recaer el importante patrimonio de uno de los ducados más importantes de España. Finalmente, el apellido Álvarez de Toledo, que había estado ligado a la Casa de Alba desde la creación del título en el siglo XV, dio paso al Fitz-James Stuart.
Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, VII Duque de Berwick y VII Duque de Liria, se convirtió en el heredero del título de Cayetana, es decir, en el XIV Duque de Alba. Se trataba de un primo lejano de la XIII Duquesa, siendo sobrino-nieto de su abuelo y familiar también de los últimos reyes de Escocia. Desde entonces, los integrantes de la Casa de Alba pueden afirmar la ascendencia real procedente del reino escocés.

Este salto familiar en la dinastía Alba que se produjo en 1802 todavía es palpable. El Palacio de Liria, el gran emblema de la Casa en Madrid y residencia oficial del actual Duque en la capital, pasó a formar parte del patrimonio tras la llegada de los Fitz-James Stuart, quienes rápidamente se presentaron, y lo siguen haciendo, como Duques de Alba, en vez de Liria o Berwick, dada la importancia del título del que se hicieron cargo. La historia de los Alba continuó, a pesar del fallecimiento de la legendaria Cayetana, la XIII Duquesa a la que Goya hizo eterna y cuya biografía sigue fascinando a todo aquel que se interesa por ella, haciéndonos sentir unos auténticos #turistaenmipaís mientras la repasamos.
J.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
NICOLÁS MARTÍNEZ, M. (2008). Galas y regalos para una novia. A propósito de la boda de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva, Duquesa de Alba. Congreso Internacional Imagen Apariencia. Murcia: Universidad de Murcia. Recuperado de: https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/44227/1/CongresoImagen127.pdf
OTERO VÁZQUEZ, E. (2017). Personajes de cine. Cayetana, XIII duquesa de Alba, una vida de película. En Marcos Ramos, M. (ed. lit.), Gami Giménez, E. (coord.), Historia, literatura y arte en el cine español y portugués. Estudios y perspectivas. Salamanca: Universidad de Salamanca, Centro de Estudios Brasileños. Recuperado de: http://www.cebusal.es/download/libro-cihalcep-web-ok.pdf
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (2020). María del Pilar Teresa Cayetana Silva y Álvarez de Toledo [biografía]. Recuperado de: http://dbe.rah.es/biografias/8257/maria-del-pilar-teresa-cayetana-silva-y-alvarez-de-toledo