El Alcázar de Madrid, el antecedente del Palacio Real reducido a cenizas en 1734

El casco histórico de Madrid ha ido evolucionando a lo largo de los siglos. La madrugada del día de Navidad de 1734, se produjo uno de los hechos más nefastos y trágicos que contribuyeron a que el entorno de lo que actualmente se conoce como almendra de la villa cambiase radicalmente y para siempre. A las 00:15h, mientras las familias madrileñas estaban reunidas en sus hogares celebrando el nacimiento de Jesucristo, las campanas de las iglesias comenzaban a repicar con fuerza, suponiendo que llamaban a los festejos religiosos propios de la época. Sin embargo, lejos de tañer por alegría, presagiaban peligro: el Real Alcázar, el símbolo del poder de la Corona, había comenzado a incendiarse.

Aunque origen del antiguo y desaparecido Alcázar de Madrid se encuentra en el período de dominación árabe de la ciudad, quienes construyeron una pequeña fortificación, esta parece que no se encontraban en el actual emplazamiento del Palacio Real del siglo XVIII. Sea como fuere, durante el reinado de Alfonso VI de León se produjo la reconquista cristiana de Madrid, llevando a cabo la construcción de una nueva fortaleza que, con el paso de los siglos, llegó a convertirse en un verdadero palacio gracias a los Trastámara y los Austrias. Un devastador incendio puso fin a su historia y los Borbones pudieron levantar su gran joya patrimonial, con el recuerdo del viejo Alcázar que todavía hoy sigue presente en la ciudad.

Historia del Alcázar de Madrid

El emir de Córdoba Muhammad ben Abd al-Raahman fundó entre 850 y 886 una fortificación en la musulmana Mayrit, en torno a la cual creció la población, que acabó convirtiéndose en la villa cristiana de Madrid. Como hemos dicho, no hay pruebas de que esta construcción se encontrase en el actual emplazamiento del Palacio Real, donde sí se sabe que se encontraba el Alcázar que los reyes castellanoleoneses bajomedievales decidieron construir. Pedro I y Enrique II de Castilla son los primeros monarcas de los que hay constancia que ordenador reformas para comenzar su proceso de engrandecimiento, a finales del siglo XIV y principios del XV, respectivamente.

Vista del Alcázar en el siglo XVI. Fuente: Museo de Historia de Madrid

A lo largo del siglo XV, los Trastámaras se encargaron de transformar el primitivo castillo en una residencia digna de reyes, especialmente Juan II y su hijo, Enrique IV. Precisamente, este último sintió especial predilección por Madrid, decantándose por alojarse en él durante las estancias en la villa, dedicando gran parte del tiempo a la caza en los cercanos montes, perfectos para esta práctica. Era tal el interés del monarca, que hasta nombró un maestro de obras específico, tanto para el Alcázar como para el castillo de El Pardo, germen del Real Sitio.

Retrato imaginario de Enrique IV de Castilla, de Rodríguez de Losada, siglo XIX. Fuente: Ayuntamiento de León

Los Reyes Católicos, que también disfrutaron de varias estancias en Madrid, prefirieron el Palacio de los Lasso de Castilla, en la Plaza de la Paja, como lugar de alojamiento en la villa. Los monarcas de Aragón y Castilla reservaban el Alcázar para los actos protocolarios o la impartición de justicia, como así contamos en el free tour “Madrid de los Trastámara” que puede reservar en este enlace. No obstante, la fortaleza también contó la preocupación y el interés de los soberanos, que también ordenaron reformas que favorecieron su mantenimiento, aunque no tan significativas como las de sus predecesores. A la muerte de la reina Isabel, Fernando de Aragón sí que se hospedó en algunas ocasiones en el Alcázar.

El cambio de dinastía en el siglo XVI, de Trastámaras a Austrias o Habsburgo, transformó el Alcázar en un verdadero palacio, utilizando la fábrica medieval. El emperador Carlos V y su sucesor en los reinos de Las Españas, Felipe II, se interesaron especialmente por él. Este último, fue el verdadero precursor del impulso de la fortaleza, sobre todo después de que decidiera situar la capital de sus dominios de Madrid, dejando atrás el período itinerante de la Corte medieval. Con ello, el Alcázar se convirtió en el símbolo de poder de la Monarquía.

El incendio del Alcázar de Madrid

Los Austrias Menores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II también habitaron en el Real Alcázar, y en sus reinados se alcanzó la forma definitiva que presentó hasta su desaparición, destacando sobre todo la armonización de sus diversas fachadas, un proyecto que contó con la dirección de Francisco de Mora. Con la llegada de los Borbones al trono español en la figura de Felipe V, la historia del Alcázar madrileño continuó pese a lo que normalmente se cree.

Alcázar de Madrid en 1704, 30 años antes de su incendio. Fuente: Wikimedia

No obstante, lo que no se puede negar es que al nuevo rey, de origen francés y nacido en Versalles, no le entusiasmaba el gusto austero y sencillo de un edificio que era puramente castizo y castellano. Por ello, Felipe V y su esposa, María Luisa de Saboya, encargaron reformas en su interior, adecuando la decoración al estilo de la Corte de su país de origen. Sin embargo, como reza el dicho popular, la historia del Alcázar de Madrid tenía los días contados.

La madrugada de Navidad de 1734, las campanas de las iglesias de Madrid no dejaban de repicar. Dadas las fechas, buena parte de la población pensaría que anunciaban o celebraban el nacimiento de Jesús, pero lo cierto es que presagiaban peligro. En la medianoche, se había declarado un incendio en el aposento del pintor Jean Ranc, retratista de Felipe V. Debido a los artesonados de madera del edificio, el fuego comenzó a extenderse rápidamente. Por fortuna, la Familia Real se encontraba fuera de la residencia, ya que se encontraban celebrando la Pascua navideña en el Palacio del Buen Retiro.

La familia de Felipe V. Fuente: Museo Nacional del Prado

Cuadros quemados y perdidos

Las llamas habían alcanzado el Salón Grande, cuyas paredes estaban decoradas con cientos de pinturas. Los improvisados bomberos, en muchos casos criados de palacio, pudieron rescatar las que estaban al pie de los muros, lanzándolas por las ventanas. Así ocurrió, por ejemplo, con “Las Meninas” o “Carlos V en la batalla de Mühlberg”, de Velázquez y Tiziano, respectivamente, que todavía cuentan con las huellas del humo que casi les ahoga para siempre. Muchas obras de arte, tanto de pintura, escultura u orfebrería, se salvaron también en carros que rápidamente salían de la regia residencia.

Detalle de Las Meninas, de Velázquez. Fuente: Museo Nacional del Prado

Sobre los cuadros que se quemaron en el Alcázar de Madrid, perdiéndose para siempre, se cuantifican en cerca de 500, y algunos de grandes maestros, como el famoso “La expulsión de los moriscos”, de Velázquez, que se consideraba una de las obras maestras del pintor sevillano, así como “Apolo, Adonis y Venus”, del mismo autor. El retrato favorito de Felipe IV, ejecutado por Rubens, también fue pasto de las llamas. Este trágico hecho todavía es difícil de olvidar, y hasta la serie de televisión “El Ministerio del Tiempo” dedicó uno de sus capítulos a este terrible pasaje de la historia de Madrid. Afortunadamente, muchas obras de salvaron también porque habían sido trasladadas previamente al Buen Retiro siguiendo la orden del rey, que prefería alojarse en este palacio en vez de en el austero y castellano alcázar.

De Alcázar a Palacio Real

Después de 4 días de incendio, la joya del patrimonio medieval de Madrid quedó reducida a cenizas y solamente algunos muros aguantaron el desastre. Al calor de las llamas, esta residencia que había visto nacer a Juana de Castilla, conocida como la Beltraneja y que se enfrentó a su tía Isabel La Católica por el trono de Castilla, o había visto morir al último rey de los Austrias españoles, Carlos II, apagó para siempre su historia.

Fachada principal del Palacio Real de Madrid

Lejos que pretender una reconstrucción, se decidió demoler los cimientos que quedaban en pie y emprender la construcción de un nuevo palacio que, además, siguiera los preceptos franceses que tanto gustaban a la nueva dinastía. La leyenda siempre ha acompañado a Felipe V, siendo muchos los que todavía sostienen que fue la mano ejecutora de este terrible incendio. Algunos datos en los que se apoyan estas teoría se basan en que el monarca previamente había traslado las obras más insignes de la Casa Real a otro palacio, toda la Familia Real se encontraba fuera cuando se desató el incendio o que rápidamente ordenó la construcción de un nuevo edificio en su lugar.

El Alcázar de Madrid, Patrimonio Reaparecido

El recuerdo al Alcázar de Madrid todavía está presente en la memoria colectiva de todos los madrileños, así como de los turistas que visitan la capital, ya que no hay rutas turísticas y guiadas en las que no se mencione este monumento desaparecido del patrimonio de la villa. Grabados y cuadros que muestran cómo era su arquitectura ayudan a imaginarse el aspecto que tenía esta fortaleza medieval que se convirtió en palacio y sede del poder real en España.

Patrimonio Reaparecido

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Tras su incendio en la Navidad de 1734, se levantó en su lugar el actual Palacio Real por orden de Felipe V, aunque fue su hijo Carlos III el que estrenó el palacio el 1 de diciembre de 1764. En el Salón del Trono, la estancia más regia del edificio y que refleja el esplendor de la Monarquía española, todavía pervive el recuerdo al antiguo Alcázar gracias a los leones que rodean a los regios asientos, los cuales se salvaron del incendio y formaban parte de la decoración de aquella residencia que alberga siglos de historia entre sus muros y que hoy se ha convertido en Patrimonio Reaparecido en este artículo. Repasando la historia del Alcázar de Madrid, también nos sentimos unos auténticos #turistaenmipaís emprendiendo un viaje al pasado.

J.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALONSO RUIZ, B. (2014). El Alcázar de Madrid: del castillo Trastámara al palacio de los Austrias (ss. XV-1543). Archivo Español del Arte (348), pp. 335-350. Recuperado de: http://xn--archivoespaoldearte-53b.revistas.csic.es/index.php/aea/article/view/875

MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. (1962). El Alcázar de Madrid en el siglo XVI (nuevos datos). Archivo Español del Arte (137), pp. 1-20. Recuperado de: https://search.proquest.com/docview/1302129230?pq-origsite=gscholar&fromopenview=true&imgSeq=1